sábado, 28 de febrero de 2015

Naparbier Pumpkin Tzar

MARCA: Naparbier
MODELO: Naparbier Pumpkin Tzar
ESTILO: Imperial Stout con chile habanero y calabaza (10'5% ABV)
PAÍS DE ORIGEN: España

CARACTERÍSTICAS: Pocas cervezas de Naparbier han levantado tanta expectación como Pumpkin Tzar, una curiosa Imperial Stout con chile habanero y calabaza ideada en colaboración con Manuel Baltasar de la cervecería Freiburg, Sven Bosch de The Drunk Monk y Robert Merryman de Shelton Bros, y que salió al mercado a finales del 2012. Me apenó el no haber podido hacerme con ninguna botella en esa ocasión porque la mayor parte de las críticas que recibió fueron positivas, pero estaba convencido de que no sería mi única oportunidad. Finalmente así fue, alrededor de año y medio después me topé con una de ellas y ha estado en mi despensa desde entonces.

Elegí para abrirla un día de frío intenso y mucho viento, de esos que apetece quedarse en casa y dedicarse a actividades calmadas. Su opaco líquido de color negro mate se desliza lentamente por el cristal de la copa, dejando al final medio dedo de espuma marrón grisácea en su superficie. Al acercar la nariz es como una explosión que deja noqueado al olfato, irrumpe un perfume intenso y profundo en el que destacan dulce malta oscura, sirope de chocolate, caramelo y penetrantes frutas oscuras entre las que destacan moras y ciruela negra. Juegan un papel relevante, aunque sin llegar en ningún momento a la altura de los matices mencionados anteriormente, recuerdos de café americano, torrefacto y leve regaliz. En cuanto a la calabaza prometida, yo no fui capaz de detectarla; si estuviese presente su posición sería escondida entre las frutas, pero hace falta imaginación para ello.

Entra potente en boca con malta oscura, café y suave regaliz: aquí es más evidente el torrefacto, no obstante lo respaldan dulces como caramelo, frutas del bosque y chocolate con leche. De cuerpo completo y textura oleosa, avanza con calma, manteniendo las proporciones sin demasiados cambios aunque poco a poco se infiltra algo de dulce. El final comienza con un amargor seco ligeramente herbal que al instante es cubierto por el intenso picante del chile, agarrado al paladar y la garganta, dejando de fondo leves resquicios de tostados. El alcohol pasa desapercibido por la boca, escondido detrás del chile, y sólo se nota en el estómago mientras concluye el trago un largo regusto especiado. Mi sensación no ha sido lo satisfactoria que esperaba; su aroma prometía más de lo que ofrece el sabor, me parece algo lineal y poco complejo hasta la llegada del chile, luego la boca se me queda anestesiada y no percibo muchas más cosas. Sé que ha tenido mucho éxito y la valoración general es muy buena pero a mí no me ha convencido, sin notar ningún defecto grave me resulta monótona y el picante, descontrolado. Por mucho que idolatre a Naparbier tampoco tiene por qué gustarme todo lo que hacen, ¿no?

NOTA:

domingo, 15 de febrero de 2015

Hannen Alt

MARCA: Hannen
MODELO: Hannen Alt
ESTILO: Altbier (4'8% ABV)
PAÍS DE ORIGEN: Alemania

CARACTERÍSTICAS: Pese a que es uno de mis estilos predilectos, llevaba mucho tiempo, demasiado, sin saborear una Altbier, y es que hacía ya más de un año que no se me había presentado la oportunidad. Así, cuando se puso en contacto con nosotros Michael de Cervecita en Casa con la intención de regalarnos algunas de las botellas que vende en su tienda y vi que entre ellas estaba esta Alt, la oferta se me hizo más apetecible todavía, si es que eso es posible.

Aunque nunca ha sido elaborada en Düsseldorf, con más de 275 años de historia Hannen es una de las marcas de Altbier clásicas; no obstante, también hay que remarcar que desde 1988 es propiedad del gigante Carlsberg A/S, quienes afirman que mantienen la receta original. Su color es marrón roble algo anaranjado, translúcido, y forma al servirla una cantidad tremenda de espuma beige, que en escasos segundos se reduce hasta medio dedo. El perfume es dulce, maltoso, predominando en él notas de cereales, frutos secos, pan de centeno y suave almendra garrapiñada, quedando de fondo frutas como bayas y ciruelas blancas, muy bien integradas, con algún deje cítrico. Este delicado conjunto es adornado por lúpulo floral, amable y aromático.

De trago largo, en boca presenta un cuerpo ligero, con una efervescencia algo amarga y seca desde el inicio. Por su parte el sabor sigue un camino similar, destacan los tostados, de nuevo cereales, nueces, almendras, mientras en un segundo plano se combinan frutas oscuras con tenues toques de caramelo. Termina en un final amargo pero controlado, con lúpulo algo más cítrico y herbal de lo que me esperaba, malta ligeramente quemada, suave especia y algún recuerdo de té negro. Quizá algo aguada, aunque sin pasarse, y con el carbónico en el límite, pero es de todas maneras un ejemplo bastante fiel de las Altbier. Las hay mejores, sin duda, pero también mucho peores. Mil gracias a Cervecita en Casa por el detalle, no se ven marcas como esta todos los días.

NOTA:

domingo, 8 de febrero de 2015

Aecht Schlenkerla Eiche

MARCA:
Aecht Schlenkerla
MODELO: Aecht Schlenkerla Eiche
ESTILO: Doppelbock ahumada (8% ABV)
PAÍS DE ORIGEN: Alemania

CARACTERÍSTICAS: Una de las cervezas de Schlenkerla más solicitadas es sin duda Eiche, una Doppelbock ahumada con madera de roble, en vez de madera de haya como suele ser habitual en este estilo, que únicamente se produce durante los meses de invierno. Dentro de las cervezas de esta marca, yo le tengo un especial cariño no porque me parezca superior a su fantástica Märzen, (cosa que tampoco me atrevería a afirmar) sino por lo mucho que la disfruté en el segundo viaje que hice a Colonia, en esa ocasión sin acompañantes, tras una maratoniana jornada por la ciudad con los termómetros por debajo de 0ºC en todo momento. Entonces me pareció una cerveza muy apropiada para sobreponerse del frío del invierno, ya en el calor del hogar, y este ha sido el uso que le he dado este año a las botellas que me he agenciado.

Cuando me planté en el sofá con un libro y la botella delante fue el mejor momento del día. Al abrirla vi un líquido pardo rojizo, con bastantes burbujas que ascendían desordenadas hasta la espuma amarillenta cremosa y consistente, ayudando a que mantuviese un volumen perfecto. Al olfato ataca el perfume inconfundible de una cerveza de Bamberg, con una gran cantidad de humo que recuerda a la carne ahumada acompañado de un mínimo toque de carbón. No es, ni mucho menos, una cerveza monodimensional, sino que el ahumado se apoya en una contundente base de malta dulce con un ligero tueste, caramelo, suave melaza y miel de brezo, y delicada fruta madura entre la que destacan los higos. De fondo se intuyen mínimos recuerdos de madera, y algo de lúpulo floral.

En boca lo primero que me llamó la atención fue la carbonatación, algo superior a lo que me esperaba aunque sin pasarse. De cuerpo consistente, inicia el trago el dulce, con malta, caramelo, higos, melaza, y leves melocotón y pera, pero progresivamente se va introduciendo el ahumado hasta ocupar la mayor parte del espectro, adornado por la suave aspereza de la madera, recuerdos de castañas y medido alcohol. Termina con un amargor claro, de carácter cítrico y floral, ligeramente cálido y con un punto especiado. El regusto, dominado casi por completo por el humo, persiste durante largo tiempo en la boca, reduciendo al mínimo el espacio libre entre trago y trago. Se trata de otra fantástica elaboración de esta marca, imprescindible para los amantes del humo. Para mí esta cerveza evidencia que a la hora de elaborar una buena Rauchbier no basta con añadir malta ahumada entre los ingredientes, sino que exige un manejo preciso del resto de los granos para conseguir un equilibrio que dote a la cerveza de complejidad... y en esto en Schlenkerla son maestros.

NOTA:

lunes, 2 de febrero de 2015

Kilikia (Կիլիկիա) 1952

MARCA: Kilikia (Կիլիկիա)
MODELO: Kilikia (Կիլիկիա) 1952
ESTILO: Pale Lager (4'8% ABV)
PAÍS DE ORIGEN: Armenia

CARACTERÍSTICAS: No soy demasiado asiduo a comprar cervezas únicamente porque no las he bebido antes, asumí hace tiempo (contra mi voluntad) que no se puede probar todas, y que el obsesionarse con conseguir cosas nuevas hace que no vuelvas a disfrutar de cervezas maravillosas. Sin embargo, la perspectiva de tomar una cerveza de un país tan poco habitual como Armenia me resultó atractiva, y al verla en una estantería de Birrabox decidí arriesgarme. Kilikia, cuyo nombre posiblemente hace referencia al Reino Armenio de Cilicia que ocupó las tierras al Norte del Golfo de Alejandreta en los siglos XIII y XIV, es, tras 50 años de historia, una de las 5 marcas de cerveza que existen en este país. Elaboran más de 10 modelos distintos, y si elegí comentar esta en vez de cualquier otra fue... pues porque no había más, para qué os voy a engañar.

De color dorado brillante, genera una espuma de un color blanco inmaculado, alimentada por un gran número de microburbujas que se ven a través del líquido cristalino. El contacto inicial en nariz no está del todo mal; comienza con un perfume de malta dulzona y pan blanco, rodeado por notas de crema de manzana, leve pera en almíbar y algún deje de flores o miel, que si uno se despista puede recordar algo a las Maibock germanas. No obstante, al prestar atención sí que se percibe un dulzor artificial, como de sirope, que levanta algunas conjeturas acerca de cómo puede ser el sabor. 

Por desgracia en boca se confirman las sospechas, además desde el primer momento, con una entrada no muy agradable protagonizada por dulcísima malta, azúcar, sirope y masa de pan, todo tremendamente industrial. Al igual que en el olfato, hay algo de fruta madura que se va sumando poco a poco al conjunto, principalmente manzana asada, pera y leve almíbar, pero no contribuyen a contrarrestar el empalagoso sabor sino que casi lo potencian, ayudadas además por una textura pastosa que ocupa el lugar que correspondería al cuerpo de la cerveza. Termina plana, con un levísimo amargor manchado de cítricos y un deje floral y mantequilloso. Tomo con relativa frecuencia cervezas industriales, tanto maravillas como las de Weihenstephaner como referencias con pocas pretensiones como pueden ser las Baltika o las Ursus, y las disfruto sin dificultad, pero esta es que ni siquiera resulta refrescante por culpa de su textura. Reconozco que mi predisposición acerca de esta botella no era la mejor, pero aun así creo que no llega a un nivel razonable. De todas maneras, siempre está bien poder decir que he tomado una cerveza armenia.

NOTA:

domingo, 25 de enero de 2015

Founders Imperial Stout

MARCA: Founders
MODELO: Founders Imperial Stout
ESTILO: Russian Imperial Stout (10'5% ABV)
PAÍS DE ORIGEN: Estados Unidos

CARACTERÍSTICAS: La historia de la norteamericana Founders se asemeja a muchas otras: dos amigos con el sueño de dirigir una cervecera, en este caso Mike Stevens y Dave Engbers, abandonaron sus trabajos habituales para dedicarse en cuerpo y alma a esta apasionante labor. La gran diferencia entre esta y otras fábricas que han seguido un camino similar es el resultado final, en apenas 15 años de existencia Founders se ha establecido como uno de los grandes estandartes de la cerveza estadounidense, con referencias reconocidas y apreciadas en todo el mundo. La pena es que no son muchas las botellas de esta marca que llegan a la Península, y las que lo hacen suelen estar a unos precios escalofriantes... sin embargo, esta que presento hoy, elaborada sólo en meses de invierno, llegó a mis manos por cortesía de Rubén, quien se acordó de mí durante unas vacaciones por la zona. (¡gracias, jefe!)

Servida en copa... ¡pe-tro-leo! Es viscosa a su paso por el cristal, ni se inmuta con la luz e incluso deforma el continuo espacio-tiempo; de las cervezas más oscuras que he visto. Forma una espuma marrón bronce, tan densa como el cemento aunque de cantidad moderada. En nariz lo que más destaca es el cacao, un intenso torrente al que acompañan regaliz negro y café. La malta y su dulzor se funden con estos matices, amortiguan la esperable sequedad del grano tostado con sirope y frutas oscuras. Quedan más de fondo leves dejes herbales, un toque de carbón y humo, y algo de soja. Sorprende que sea tan dulce, aunque evidentemente no lo es en exceso.

La sensación en boca es realmente agradable, resulta cálida y muy sabrosa. De cuerpo completo, la entrada la dominan chocolate, brownie, malta tostada y de fondo caramelo, con un dulzor considerable que en escasos segundos es asaltado por notas de café espresso, torrefacto y cacao puro, dejando al regaliz negro en segundo plano. Desde la mitad del trago se empieza a notar en calor del alcohol mezclado con recuerdos de frutas del bosque, y progresivamente crece hasta el marcado amargor final, áspero y seco, donde quema un poco la garganta y la tiñe de suave especia picante, recordando al ron negro. Poco a poco el sabor desaparece, dejando recuerdos de humo y ténues toques de lúpulo herbal mientras el alcohol calienta el estómago. La verdad es que se trata de las mejores Imperial Stout que he tomado hasta la fecha; es compleja, densa y pesada pero a la vez muy bien controlada, con cada malta en su justa proporción para conseguir un equilibrio casi perfecto que permite que todas ellas estén presentes en el sabor. Parece el tipo de cerveza que uno no se cansaría de beber, son afortunados aquellos que la tienen a menudo al alcance.

NOTA:

domingo, 18 de enero de 2015

Traquair House Ale

MARCA: Traquair
MODELO: Traquair House Ale
ESTILO: Scotch Ale (7'2% ABV)
PAÍS DE ORIGEN: Escocia

CARACTERÍSTICAS: Una de las cerveceras más antiguas de Escocia, fundada a principios del siglo XVIII, es la emplazada en Traquair House, mansión construida en la región de Tweeddale en el siglo XII y que afirma ser el edificio del país que más tiempo lleva habitado de forma continua. Esta fábrica interrumpió su actividad a principios del siglo XIX por la fuerte competencia a la que se vio sometida tras la apertura de múltiples cerveceras en Escocia, y no fue hasta la segunda mitad del siglo XX cuando el vigésimo terrateniente de Traquair House, Peter Maxweel Stuart, decidió retomar la elaboración de cerveza y, en colaboración con el entonces maestro cervecero de Belhaven, Sandy Hunter, creó la receta para una de las Scotch Ale más valoradas que existen, Traquair House Ale, que vió la luz en 1965.

De color marrón-granate, bastante opaco, crea una fina banda de espuma grisácea que vuela en pocos minutos, dando una impresión de tener la escasa carbonatación que se encuentra en muchas cervezas británicas. Su perfume es muy intenso, dominado por malta tostada, sirope de caramelo y mucha fruta, destacando ciruelas, higos y guindas, mientras la parte de sequedad que limita el dulzor la componen notas de cacao y frutos secos; quedan en un segundo plano recuerdos de frutas del bosque, suave azúcar moreno y té negro. Tras reposar un rato aparecen notas de vino y maderas bastante discretas, que evidencian la fermentación en roble y dan una nueva dimensión al conjunto.

Afortunadamente la exquisita sobriedad del aroma se mantiene íntegra en el sabor. En el comienzo predomina el dulce, se fusionan malta, caramelo y frutas oscuras, pero progresivamente ganan presencia frutos secos como nueces o almendras, cacao, pan negro y algún resquicio de madera, secando poco a poco el trago. El final esta dirigido por un contundente amargor que se instaura lentamente, áspero y terroso, con dejes de madera, quemado, notas de alcohol bien controladas que evocan al ron y mínimo humo, todo ello adornado de especia picante y lúpulo británico de carácter cítrico. Cerveza sabrosa y muy compleja, una demonstración de maestría en el manejo de las maltas que consiguen mantener el interés en todo momento sin extravagancias. Se trata de una de las cervezas predilectas de Michael Jackson, y también es una de las mías; todo un ejemplo de tradición, elegancia y buen hacer que la convierten en un clásico indiscutible.

NOTA:

lunes, 12 de enero de 2015

Naparbier Avant-Garde Barley Wine (Edición 2013)

MARCA: Naparbier
MODELO: Naparbier Avant-Garde Barley Wine (Edición 2013)
ESTILO: Barley Wine añejada en barrica de vino tinto (12% ABV)
PAÍS DE ORIGEN: España

CARACTERÍSTICAS: Una de las mejores cervezas que pude probar durante las Navidades pasadas fue la primera representante de la nueva linea Avant-Garde que acababa de estrenar Naparbier, una Dubbel tan lograda que parecía sacada directamente de una abadía belga. Lo que no sabía es que en ese mismo momento se estaba gestando otra cerveza de esa misma serie que vería la luz un año después, una Barley Wine añejada durante 14 meses en barricas de vino tinto, si no me equivoco en las mismas barricas de la bodega Otazu en las que envejeció The Beast 666. Claro está, con el precedente de la anterior no podía dejar pasar este nuevo lanzamiento, y cuando la vi en La Vinoteca hace un par de semanas no dude un segundo.

Desde el momento de servirla esta cerveza recuerda más a un destilado, puesto que de espuma no produce ni gota, por mucha distancia que haya entre la botella y la copa. Sí que queda alguna burbuja gruesa en superficie, decorando un líquido marrón roble de una turbidez excepcional, pero no más que eso. Su perfume no podría ser más contundente; invaden las fosas nasales malta, toffee y caramelo a raudales, con un dulzor denso y profundo, licoroso, que trae recuerdos de pasas, coñac y suaves dátiles. Alrededor quedan leves notas de té negro, azúcar moreno y ciruela madura, salpicando el conjunto. Por último, tras un rato de reposo emergen los matices propios de la barrica, junto con algún punto de cacao, que sin acaparar el protagonismo tampoco pasan desapercibidos.

La primera sensación en boca la hace perfectamente confundible con un licor, al juntarse su cuerpo consistente y su textura sedosa con la casi total ausencia de carbonatación. Entra de nuevo dulce malta tostada junto a sirope de caramelo, y poco a poco se van añadiendo otros elementos que refuerzan la pesadez y densidad del trago, entre ellos pasas, reminiscencias de moscatel y brandy, más apagadas notas de dátiles y mínimas frutas del bosque. Hacia el final se introduce la sequedad esperable de la madera, junto a la cual se encuentran recuerdos de vino tinto y un deje ácido del Brett, antes de concluir con una nueva embestida de malta, cacao y coñac, acompañada de un agradable calor alcohólico que raspa la garganta. En mi opinión no es tan brillante como la Dubbel de esta misma serie, aunque sigue siendo una gran cerveza. La base es sin duda muy buena, la barrica ha funcionado bien y le da una complejidad todavía mayor, la única pega que le veo es que tanto tiempo en ella ha aplanado un poco los demás sabores. No obstante, me parece una elaboración muy recomendable, de esas que no hay que dejar pasar.

NOTA: