domingo, 8 de agosto de 2010

Obolon Magnat Light Beer

MARCA: Obolon
MODELO: Obolon Magnat Light Beer
ESTILO: Pale Lager (5'3% ABV)
PAÍS DE ORIGEN: Ucrania

CARACTERÍSTICAS: Gracias a una llamada del compañero de blog Embracing, recordé que guardaba una cerveza ucraniana que él mismo me trajo en una ocasión, de la cuál me había olvidado por completo. El otro día llegó el momento de disfrutarla en una deliciosa comida familiar.

Esta cerveza viene fabricada por la gran cervecera Obolon, en Kiev, Ucrania. La historia de la fábrica se remonta a 1974, cuando se planeó su construcción de cara a los juegos olímpicos de 1980 en Moscú. Obolon, que viene a significar "praderas bajas" consiguió su máximo auge con la independencia de Ucrania, convirtiéndose en la principal cervecera exportadora del país. Obolon se convirtió en seguida en la cerveza tradicional ucraniana en todo el mundo, y hoy en día es una marca muy reconocida que fabrica gran cantidad de estilos y bebidas distintas.

La Obolon Magnat es una cerveza de color ambarino dorado, carbonatación media y una capa de espuma blanca no muy abundante, aunque duradera. Desprende un aroma maltoso presente de principio a fin, con leves notas herbales y un toque a regaliz. En boca retoma el matiz maltoso, con presencia de café y final amargo y seco. Poco a poco se va tornando agria, lo que resta puntos a su sabor, aunque no se llega a hacer aborrecible.

Una cerveza correcta, aunque nada extraordinaria. спасибі, Embracing.
NOTA:


sábado, 7 de agosto de 2010

Reissdorf Kölsch

MARCA: Reissdorf
MODELO: Reissdorf Kölsch
ESTILO: Kölsch (4'8% ABV)
PAÍS DE ORIGEN: Alemania

CARACTERÍSTICAS: Qué pocas ganas de escribir tengo en verano, y no es por falta de cerveza a deschapar. Sin saber cómo, de una u otra forma los días se pasan volando y no termino de ponerme ante el ordenador para cosas productivas. Aprovecho este momento casual para hablaros de la primera cerveza que cayó del reciente viaje a Düsseldorf y Colonia (procedente de esta segunda ciudad): la Reissdorf Kölsch. No sé qué ocurrió, pero a la hora de seleccionarla para traerla a España nos hizo las mil y una, y llegamos con tres o cuatro ejemplares de esta marca. Aunque he de decir que me he bebido mi par con mucho gusto.

Para hablar de este estilo nos remontamos a 1905, cuando la cervecería Sünner estableció el nombre Kölsch para la cerveza de alta fermentación de Colonia, estandarizándose en 1918. Es en el año 1984 cuando la cervecería Heinrich Reissdorf comienza a producir cerveza en esta ciudad, tocando gran cantidad de estilos, como märzen, pilsen o más adelante la conocida kölsch. Tras la destrucción de la casi totalidad de la fábrica durante la II Guerra Mundial, la cervecera continuó elaborando sus productos hasta el punto de convertirse en la exportadora de la más famosa kölsch de Colonia.
La kölsch es una cerveza de alta fermentación, en contra de su apariencia (y es aquí donde encontramos una de esas fabulosas excepciones), ya que el tratamiento de su levadura se puede confundir a menudo con la levadura de baja fermentación, debido a que fermenta a menor temperatura que las ales comunes.
Esta cerveza luce un color amarillo dorado muy brillante, acompañado de una capa de espuma blanca que no tarda en desaparecer. Se pueden apreciar algunas burbujas de tamaño considerable surcando el vaso hacia la superficie. Su aroma es enigmático, dejando entrever matices herbales entrelazados con los maltosos, algo afrutado y ácido. Su sabor se presenta fresco y lleno de matices, debatiéndose al principio entre la malta y el lúpulo. No tarda en tornarse agridulce y floral, con recuerdos de malta, alcohol, cítrico frutal, almendra y final herbal completando el trago. Mantiene esta fuerza, aunque no llega a resultar pesada, es más, se hace bastante liviana.

No me importaría disponer de un supermercado cerca en el que vendieran este tipo de cerveza. Gran elección la de ir a Colonia.

NOTA:




Actualizado por Embracing Darkness

CARACTERÍSTICAS: Como sobradamente comprobamos en Köln no hay mejor momento para este estilo de cervezas que las tardes de verano, pues todo en ellas es extremadamente refrescante, y fue ese el momento que elegí para beber en Zaragoza las dos botellas de esta marca que nos trajimos mi compañero y yo. Me sorprendió bastante el aroma, pues esta marca solo la pudimos tomar directamente de la botella, que comienza con una fuerte presencia herbal, de marcado carácter cítrico, con notas de manzana verde entrelazándose con suave malta, un relevante toque de levadura y leves frutas tropicales que se intuyen hacia el final, dándole un punto perfecto que fuerza a demorar lo menos posible el primer trago.

De intensidad moderada, el sabor a suave malta dulce y cereales se ve al instante sobrepasado por una acidez frutal cuyo protagonismo depende de manzana verde y limón a partes iguales, con un deje de albaricoque, complementado por recuerdos levadurosos y un soplo de lúpulo que conducen a un final amargo, seco, totalmente balanceado por los cítricos, lo que la convierte en una cerveza refrescante como pocas. De trago facilísimo pero sin embargo con carácter, a lo que contribuye también sin duda una muy acertada carbonatación, me ha parecido una Kölsch estupenda a la que sin duda no perderé de vista en mi próxima visita a la ciudad alemana.

NOTA:

viernes, 6 de agosto de 2010

Keisari EloWehnä IV

MARCA: Keisari
MODELO: Keisari EloWehnä IV
ESTILO: Hefe-Weiβbier (5'3% ABV)
PAÍS DE ORIGEN: Finlandia

CARACTERÍSTICAS: Muy buen sabor de boca me dejó la Sahti de Nokian Panimo cuando la probé en Kuopio el año pasado, y cuando este año vi que una de las botellas que mi amiga Berta tuvo el detallazo de traerme de Finlandia era de esta cervecera mi satisfacción fue absoluta. Me sorprendió bastante, eso sí, que fuese una Weizen, pues no parece un estilo típico de ese país, y esto acrecentó más todavía mi curiosidad, así que le di preferencia respecto a otras cervezas que tenía en la bodega y la abrí un caluroso mediodía veraniego.

Comenzaron las sorpresas al servirla, y además no de mi gusto, pues tan apenas era turbia y la abundante espuma típica del estilo no estaba presente, a pesar de que la gasificación era evidente a simple vista. Sin embargo al acercar la copa a la nariz me olvidé de estos fallos gracias a un dulce e intenso aroma repleto de notas de plátano maduro, algo de naranja, malta y un medido toque picante, y apoyando un delicado perfume de canela, dando un resultado muy interesante.

El sabor no comienza con un dulzor excesivo, cosa que agradezco, e irrumpe desde el primer instante el torrente frutal que se apreciaba al olfato junto con malta, a lo que a continuación se suman notas de limón, que le dan un punto de acidez, junto con leves recuerdos de canela y clavo para dar el toque picante. Hacia el final se potencia el dulzor junto con el plátano, que llega a su punto de mayor relevancia, para dejar un regusto de amargor levísimo, y suave gusto a picante, plátano y naranja. Una cerveza dulce pero muy bien nivelada, cuya frutalidad recuerda a Paulaner, refrescante y mucho más apetecible de lo que cabía esperar por su procedencia, no tendría ningún problema en repetir. Pulgares arriba por segunda vez para Nokian Panimo.


NOTA:

lunes, 2 de agosto de 2010

Frankenheim Alt

MARCA: Frankenheim
MODELO: Frankenheim Alt
ESTILO: Altbier (4'8% ABV)
PAÍS DE ORIGEN: Alemania

CARACTERÍSTICAS: Fundada en 1873 por Heinrich Frankenheim con su propio apellido, es una de las muchas cerveceras emplazadas en el Altstadt de Düsseldorf que se dedican a la elaboración del estilo propio de la ciudad, las Altbier. No era esta la botella que pretendía traer de esta ciudad puesto que le había echado ya un ojo a Uerige Alt y Schumacher Alt que muy acertadamente nos recomendó Gerhard vía e-mail, pero al final las cosas se complicaron y esta fue la que encontramos en el único supermercado que vimos cerca de la estación.

El líquido es de color marrón cobrizo, con reflejos pardo anaranjados, y queda protegido largo rato por medio dedo de espuma blanca. Percibe el olfato un aroma de malta levemente tostada y caramelo, de intensidad y dulzor moderados, con un importante toque herbal que le da un punto de riqueza, aunque no obstante resulta un poco lineal.

El sabor tampoco es demasiado intenso y su dulzor es nulo, comienza con malta suave, nueces y mínimos recuerdos de chocolate, para acabar derivando en un marcado amargor herbal aportado por el lúpulo y fuerte gusto metálico que destroza directamente la cerveza, que ya de por sí demostraba ciertas deficiencias, al menos en cuanto a cuerpo, que la hacían parecer aguada. El final es bastante más amargo de lo deseable, repleto de metal, que da un regusto seco, astringente, donde el lúpulo es más que evidente. Hueca, rebosante de hierro y con un amargor totalmente desequilibrado, sin duda la peor de todas las Alt de Düsseldorf que he podido probar.

NOTA:

sábado, 31 de julio de 2010

La Ronda #26: Una Receta Audaz

Llega la Ronda número 26, propuesta por el colombiano Manzapivo, y nos pilla a ambos en época vacacional, con la cabeza en asuntos más turbios, lo que nos ha llevado a contestar in extremis el último día del mes. Son muchas y muy variadas las Rondas propuestas hasta el momento, y sin embargo casi me atrevería a afirmar que esta es una de las más complicadas de responder y que probablemente será la que obtenga contestaciones más diferentes. Este es el asunto es cuestión:

"Pues bien, en esta ronda, vamos a poner a trabajar nuestra imaginación para crear una receta totalmente audaz, que sea totalmente inédita (si están en capacidad de trasladarlo de sus mentes a un vaso, sería magnífico), algo que se salga de todo lo convencional y que los más grandes puristas queden escandalizados."

Siempre me ha gustado mucho todo lo relacionado con la cultura árabe, en particular la música, pero después del viaje del año pasado a Palestina e Israel me enamoré completamente de ese mundo, y sobretodo de la gastronomía. Fueron varias las cervezas que probé en esas tierras, algunas mejores y otras peores, pero ninguna de ellas distinta por motivos geográficos, no tenían nada que las relacionase con las tierras donde se elaboraban. Esta Ronda me hizo acordarme de esto, y se me ocurrió una idea.

En el siglo XVIII se exportaban Stout más fuertes de lo habitual y de mayor graduación alcohólica a la corte de Catalina la Grande, emperatriz de Rusia, lo que dio nombre al estilo de Russian Imperial Stout. ¿Por qué no exportar una cerveza a las tierras árabes, algo así como Middle East Export Stout? Para que tuviese un carácter propio de la cultura de estas regiones se podría emplear en la elaboración, además de bastante lúpulo para que se conservase bien y de paso le diese un rico toque herbal, granos de café árabe y cardamomo molidos, aprovechando que estos dos materiales habitualmente se consumen juntos en esa zona, y malta levemente ahumada (no tanto como las Rauchbier ni de lejos, se comería los demás sabores), en recuerdo de las shisha o narguileh que tanto se emplean allí. Por no sobrecargarla no la añadiría, aunque si se hace con cuidado podría darle un toque estupendo otra especia común por allá, el azafrán, aunque no creo que sea fácil de manejar.

Para que esto hubiese sido posible probablemente habría sido necesario que no existiese la prohibición de beber alcohol dentro del Islam, aparte de otros inconvenientes históricos, pero esto ya es otro tema.

miércoles, 28 de julio de 2010

Oesterstout

MARCA: Oesterstout
MODELO: Oesterstout
ESTILO: Export Stout (8'5% ABV)
PAÍS DE ORIGEN: Países Bajos

CARACTERÍSTICAS: Hay cervezas que aún sin conocer ningún otro producto de la fábrica uno se siente casi obligado a probarla, ya sea por el tipo de cerveza, por los ingredientes empleados, por la procedencia, etc, y este es el caso de Oesterstout, de la holandesa De Scheldebrouwerij, fundada en 1994. ¿Por qué es así? Porque para la elaboración de esta cerveza en particular se emplean ostras, o más bien se filtra con conchas de ostras.

Es una cerveza totalmente opaca, de color más caoba que negro, coronada por una capa de espuma beige muy cremosa y persistente. El aroma es muy intenso y bastante más dulzón de lo que esperaba, con un comienzo de fuerte malta tostada y caramelo, a lo que se acopla de forma magistral café recién hecho con adornos herbales. Más secundario, fundiendose con la malta dulce y el caramelo, se aprecia regaliz negro, más leves aceitunas y un deje de fondo bastante curioso, algo salado, que contesta a mi principal duda de si se apreciarían las ostras.

El sabor sigue lo marcado por el aroma, no es en absoluto amargo, quizá su dulzor es incluso algo excesivo para mi gusto, y se inicia también con una base de malta tostada aunque sin llegar al grado de torrefacción, azúcar quemado y chocolate con leche, a lo que se suma un importante toque herbal. De gran cuerpo y con una carbonatación consistente, hacia el final sobresale levemente un suave gusto de café y caramelo, hacen presencia los 8'5º de alcohol aunque sin molestar, y por fin aparecen las ostras con ese curioso toque salado nada habitual. Todo esto se mantiene en el regusto largo y dulce, nada agresivo, que termina de completar una cerveza que si bien le echo en falta algo de carácter y amargor, considero que hay que probar porque además de ser muy disfrutable es realmente interesante.

NOTA:

miércoles, 21 de julio de 2010

Düsseldorf y Colonia

La semana pasada nos embarcamos en un suculento viaje que veníamos planeando desde hacía bastante tiempo: un recorrido cultural-cervecil que haría que cuatro compañeros de jarana (entre ellos Embracing y yo) conociéramos un poco más el país germano. Las ciudades elegidas: Düsseldorf y Colonia.

DÜSSELDORF:


Tras un primer episodio con el coche nos montamos en el avión, dejando atrás Zaragoza en un mar de calor. Una vez en Düsseldorf (después de dejar el aeropuerto de Weeze, a una considerable distancia de esta ciudad), aparcamos nuestros bártulos en el lujoso hostal en el que nos hospedaríamos, y nos lanzamos a las urbanas calles de la espléndida Düsseldorf. Era bastante tarde, por lo que fue motivo de júbilo encontrar un veinticuatro horas repleto de cervezas. Lo que no resultó tan magnífico fue hacernos a la idea del concepto de frigorífico que allí se trabajaba: estaba menos caliente una cerveza del tiempo que una bebida "refrigerada". Con bastante mala gana, nos armamos hasta los dientes con variados y calientes sextetos cerveciles al uso (cerveza alemana corriente y moliente) y nos dispusimos a degustarlos a los pies de una despampanante catedral, prometiéndonos partir al día siguiente en busca de la famosa Alt.


Tras una noche en la que no nos perdimos en absoluto, el segundo día consistió un poco en lo mismo: beber diversas variedades de espumosas germanas, hasta el punto de perfeccionar un sistema de refrigerio consistente en esconder cervezas en los congeladores del supermercado, junto a los guisantes. Sobresaliente encuentro con el estilo alt: Diebels, Schlösser, Schumacher, entre otras marcas que salieron de los estantes de nuestro querido veinticuatro horas, que a priori hicieron las delicias de nuestros paladares (nos trajimos algunas a casa).


“Alt” (vieja) se refiere al antiguo método de elaborar la cerveza (cervezas de fermentación en superficie) que era el habitual antes de que la elaboración “lager” se hiciera popular. Es anterior al aislamiento de las cepas de levadura de fermentación en fondo, aunque muchas de sus características se aproximan a las cervezas lager. (Para más información, este documento).

Tras un último paseo nocturno por el Rin de Düsseldorf, el tercer día nos topamos con un incómodo y elevado precio en el billete que debíamos comprar hacia Amsterdam, nuestra opción a continuación (teníamos un hostal reservado allí). Nos encontramos con la disyuntiva de gastarnos un pastizal o visitar un lugar inesperado, más cercano y asequible a Düsseldorf. De un efusivo combate amañado de 'piedra, papel o tijera' surgió esta segunda opción como la más viable, por lo que llenamos la maleta con un par de alts cada uno y nos dirigimos hacia Colonia (aconsejados por una simpática a la par que latosa señora de Valencia que encontramos por allí).


COLONIA:


Gran elección decantarnos por la región de la cerveza Kölsch, sin duda. El mayor inconveniente de esta ciudad fue arrastrar de las maletas durante todo el día, ya que la idea principal era pasar la noche al raso, y nadie quiso poner dinero en una consigna.


Recorrimos una parte de la ciudad, admiramos la colosal (y sucia) catedral, descansamos a orillas del Rin y por consejo de una señorita que hablaba español, acudimos a un concierto al aire libre que resultó ser un espectáculo surrealista e incómodo. Durante el camino pudimos comprobar con gozo que Colonia disponía de frigoríficos en condiciones, por lo que el viaje a pie fue verdaderamente llevadero, y la kölsch nos sorprendió favorablemente. El día terminó con una agradable conversación con tres españolas que encontramos devorando un kebab enormísimo. Nos recomendaron su hostal, y de una u otra manera, todos pasamos la noche en él.


El día siguiente amanecía con las incomodidades de la caminata y la buena vida, por lo que dedicamos lo que nos quedaba de tiempo a beber y descansar a la sombra de unos árboles, en el Rin. Cuando llegó la hora, nos dirigimos hacia Weeze (el pueblo del aeropuerto) y nos tomamos la última alt del viaje, acompañando una partida de poker de dados (uno de los entretenimientos más frecuentes de nuestra estancia). Pasamos la noche en el aeropuerto a base de Diebels, lectura y alguna que otra cabezada, y finalmente salimos con nuestro avión, dejando atrás esas tierras tudescas.


Un viaje interesante tanto desde el punto de vista cervecil como cultural. Prost!