MODELO: Puy d'Enfer
ESTILO: Tripel (8'5% ABV)
PAÍS DE ORIGEN: Francia
CARACTERÍSTICAS: La Brasserie Mélusine, cuyo nombre corresponde al espíritu del agua en la mitología medieval, se fundó en el año 2001, siendo una de las cerveceras en funcionamiento más antiguas de la región de la Vendée. (o Vandea, como prefiráis, aunque la verdad es que no me gusta nada esta denominación) Producen en la actualidad una gama de 8 cervezas de estilos distintos, entre ellas una Tripel a la que voy a dedicar la reseña de hoy y que se llama Puy d'Enfer, supongo que en homenaje al castillo renacentista Puy du Fou que se encontraba emplazado en la zona.
Según dicen los responsables de la fábrica, las cervezas no son filtradas para así mantener la calidad y autenticidad de los productos. Por mi parte soy también partidario de esta práctica pero con un límite, que esta cerveza superaba con creces puesto que al servirla me encontré en su líquido color miel incontables trazas de levadura flotando, como se puede comprobar en la fotografía, dándole más aspecto de zumo que otra cosa. Tras este pequeño percance inicial la cerveza empieza a remontar presentando un aroma bastante agradable, con una base de malta dulce y suave toffee, rodeada por abundante melocotón, manzana y leves recuerdos de naranja y levadura, y un especiado toque de lúpulo floral, borrando asi todo pensamiento negativo derivado del primer contacto con la cerveza.
En boca sigue la línea del aroma, es dulce y frutal, destacando en el inicio malta levemente tostada, manzana golden, melocotón y notas de galleta, con un punto de cítricos. Pronto entra la caballería y se carga progresivamente de clavo, pimienta y un afilado toque de alcohol, que pese a forzar el equilibrio no llega a descompensar la cerveza. Mientras tanto se va formando un amargor considerable que permite al lúpulo exhibirse por completo, dejando un regusto cargado de flores, limón, picante y un suave deje alcohólico, que agrede la garganta con moderación. No creo que sea maravillosa, el aspecto es mejorable debido al exceso de sedimento y puede que el alcohol se descontrole un poco al final, sin embargo es una cerveza que en mi opinión merece la pena probar, e incluso repetir si se da la ocasión.
Según dicen los responsables de la fábrica, las cervezas no son filtradas para así mantener la calidad y autenticidad de los productos. Por mi parte soy también partidario de esta práctica pero con un límite, que esta cerveza superaba con creces puesto que al servirla me encontré en su líquido color miel incontables trazas de levadura flotando, como se puede comprobar en la fotografía, dándole más aspecto de zumo que otra cosa. Tras este pequeño percance inicial la cerveza empieza a remontar presentando un aroma bastante agradable, con una base de malta dulce y suave toffee, rodeada por abundante melocotón, manzana y leves recuerdos de naranja y levadura, y un especiado toque de lúpulo floral, borrando asi todo pensamiento negativo derivado del primer contacto con la cerveza.
En boca sigue la línea del aroma, es dulce y frutal, destacando en el inicio malta levemente tostada, manzana golden, melocotón y notas de galleta, con un punto de cítricos. Pronto entra la caballería y se carga progresivamente de clavo, pimienta y un afilado toque de alcohol, que pese a forzar el equilibrio no llega a descompensar la cerveza. Mientras tanto se va formando un amargor considerable que permite al lúpulo exhibirse por completo, dejando un regusto cargado de flores, limón, picante y un suave deje alcohólico, que agrede la garganta con moderación. No creo que sea maravillosa, el aspecto es mejorable debido al exceso de sedimento y puede que el alcohol se descontrole un poco al final, sin embargo es una cerveza que en mi opinión merece la pena probar, e incluso repetir si se da la ocasión.
NOTA: