MODELO: Gambrinus Premium
ESTILO: Pilsener (5% ABV)
PAÍS DE ORIGEN: República Checa
CARACTERÍSTICAS: Grambrinus es, junto con Pilsner Urquell, una de las marcas más populares producida por la cervecera checa Plzensky Prazdroj y, tanto una como la otra, se pueden encontrar con toda facilidad en los bares de Praga. Fue en esa ciudad donde, al principio de la noche, probé ambas por primera vez, en un acogedor bar muy cerca del Museo del Comunismo. Recientemente un envío de parte de un amigo alemán me ha permitido reencontrarme con ella, aunque en esta ocasión en formato de botella (obviamente), lo cual siempre es de agradecer.
Es bastante oscura para el estilo, color caramelo, con una moderada capa de espuma blanca que desaparece rápidamente; en su aroma rivaliza la malta con los lúpulos, que le dan un matiz floral, aportando suaves reminiscencias de miel junto con una mínima acidez. Recién servida en Praga en una jarra de medio litro resultaba irresistible; aquí en Zaragoza pierde algo de su encanto, pese a lo cual tampoco tiene mala pinta en absoluto.
En cuanto al sabor, es tal y como la recordaba: ligera, dulce, que se deja beber sin llamar demasiado la atención, pero a fin de cuentas efectiva. Es la malta la que maneja el trago, acompañada por leve caramelo y un deje de miel, que dirige hacia un marcado amargor floral y picante, bastante seco, donde probablemente pierde un poco el fuelle. Me gustó bastante en aquella ocasión, y ahora mismo me sigue pareciendo una cerveza bastante decente. Si esto es, como dice Max, de lo peorcito que se puede beber en Chequia, sus habitantes son verdaderamente afortunados (o nosotros muy conformados).
Es bastante oscura para el estilo, color caramelo, con una moderada capa de espuma blanca que desaparece rápidamente; en su aroma rivaliza la malta con los lúpulos, que le dan un matiz floral, aportando suaves reminiscencias de miel junto con una mínima acidez. Recién servida en Praga en una jarra de medio litro resultaba irresistible; aquí en Zaragoza pierde algo de su encanto, pese a lo cual tampoco tiene mala pinta en absoluto.
En cuanto al sabor, es tal y como la recordaba: ligera, dulce, que se deja beber sin llamar demasiado la atención, pero a fin de cuentas efectiva. Es la malta la que maneja el trago, acompañada por leve caramelo y un deje de miel, que dirige hacia un marcado amargor floral y picante, bastante seco, donde probablemente pierde un poco el fuelle. Me gustó bastante en aquella ocasión, y ahora mismo me sigue pareciendo una cerveza bastante decente. Si esto es, como dice Max, de lo peorcito que se puede beber en Chequia, sus habitantes son verdaderamente afortunados (o nosotros muy conformados).
NOTA: