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lunes, 2 de febrero de 2015

Kilikia (Կիլիկիա) 1952

MARCA: Kilikia (Կիլիկիա)
MODELO: Kilikia (Կիլիկիա) 1952
ESTILO: Pale Lager (4'8% ABV)
PAÍS DE ORIGEN: Armenia

CARACTERÍSTICAS: No soy demasiado asiduo a comprar cervezas únicamente porque no las he bebido antes, asumí hace tiempo (contra mi voluntad) que no se puede probar todas, y que el obsesionarse con conseguir cosas nuevas hace que no vuelvas a disfrutar de cervezas maravillosas. Sin embargo, la perspectiva de tomar una cerveza de un país tan poco habitual como Armenia me resultó atractiva, y al verla en una estantería de Birrabox decidí arriesgarme. Kilikia, cuyo nombre posiblemente hace referencia al Reino Armenio de Cilicia que ocupó las tierras al Norte del Golfo de Alejandreta en los siglos XIII y XIV, es, tras 50 años de historia, una de las 5 marcas de cerveza que existen en este país. Elaboran más de 10 modelos distintos, y si elegí comentar esta en vez de cualquier otra fue... pues porque no había más, para qué os voy a engañar.

De color dorado brillante, genera una espuma de un color blanco inmaculado, alimentada por un gran número de microburbujas que se ven a través del líquido cristalino. El contacto inicial en nariz no está del todo mal; comienza con un perfume de malta dulzona y pan blanco, rodeado por notas de crema de manzana, leve pera en almíbar y algún deje de flores o miel, que si uno se despista puede recordar algo a las Maibock germanas. No obstante, al prestar atención sí que se percibe un dulzor artificial, como de sirope, que levanta algunas conjeturas acerca de cómo puede ser el sabor. 

Por desgracia en boca se confirman las sospechas, además desde el primer momento, con una entrada no muy agradable protagonizada por dulcísima malta, azúcar, sirope y masa de pan, todo tremendamente industrial. Al igual que en el olfato, hay algo de fruta madura que se va sumando poco a poco al conjunto, principalmente manzana asada, pera y leve almíbar, pero no contribuyen a contrarrestar el empalagoso sabor sino que casi lo potencian, ayudadas además por una textura pastosa que ocupa el lugar que correspondería al cuerpo de la cerveza. Termina plana, con un levísimo amargor manchado de cítricos y un deje floral y mantequilloso. Tomo con relativa frecuencia cervezas industriales, tanto maravillas como las de Weihenstephaner como referencias con pocas pretensiones como pueden ser las Baltika o las Ursus, y las disfruto sin dificultad, pero esta es que ni siquiera resulta refrescante por culpa de su textura. Reconozco que mi predisposición acerca de esta botella no era la mejor, pero aun así creo que no llega a un nivel razonable. De todas maneras, siempre está bien poder decir que he tomado una cerveza armenia.

NOTA: