MODELO: Kapuziner Weiβbier
ESTILO: Hefe-Weiβbier (5'4% ABV)
PAÍS DE ORIGEN: Alemania
CARACTERÍSTICAS: La cervecera bávara Kulmbacher fue fundada en 1846 en la ciudad que le da nombre. El crecimiento de esta empresa ha sido exponencial, y en apenas siglo y medio han conseguido que gran parte de sus productos sean fáciles de encontrar la mayor parte de países de Europa, e incluso al otro lado del Atlántico. Uno de ellos es la Hefe-Weiβbier que comento hoy, un referente clásico que goza de una buenísima reputación.
Un punto muy a favor de Kapuziner es que el diseño de la botella es impecable, y aunque parezca una tontería predispone bastante. Si encima le añadimos el tener una vez servida la imagen que siempre debería tener una Weizen, de color dorado anaranjado y cubierta por abundante espuma blanca con muy buena retención, la mitad la tienen ya ganada. De todas formas pronto deja claro que sus virtudes no se remiten a la imagen, y exhibe un aroma sublime y muy complejo, con abundante plátano cuyo dulzor es compensado por limón y naranja, y bien cargado también de especias y flores.
Y si algunas macro-lagers alcanzan el difícil (y no por ello honroso) logro de conseguir un gusto neutro, en esta cerveza se da el fenómeno contrario: no predomina ningún sabor, pero solo porque están todos presentes y conviviendo en armonía. Inunda la boca malta dulce, cítricos y plátano en su justa medida, de fondo trazas levadurosas y suave canela, para al final aparecer clavo, pimienta y lúpulo floral que impregnan la garganta tras un ligero amargor algo ácido. La potente carbonatación que mostraba en el vaso por suerte se queda en él, y resulta ser una cerveza densa, cremosa, y terriblemente fácil de beber. Nada que envidiarle a la mítica Weihenstephaner, gustosamente me bebería un maβ de esto... o incluso dos.
Un punto muy a favor de Kapuziner es que el diseño de la botella es impecable, y aunque parezca una tontería predispone bastante. Si encima le añadimos el tener una vez servida la imagen que siempre debería tener una Weizen, de color dorado anaranjado y cubierta por abundante espuma blanca con muy buena retención, la mitad la tienen ya ganada. De todas formas pronto deja claro que sus virtudes no se remiten a la imagen, y exhibe un aroma sublime y muy complejo, con abundante plátano cuyo dulzor es compensado por limón y naranja, y bien cargado también de especias y flores.
Y si algunas macro-lagers alcanzan el difícil (y no por ello honroso) logro de conseguir un gusto neutro, en esta cerveza se da el fenómeno contrario: no predomina ningún sabor, pero solo porque están todos presentes y conviviendo en armonía. Inunda la boca malta dulce, cítricos y plátano en su justa medida, de fondo trazas levadurosas y suave canela, para al final aparecer clavo, pimienta y lúpulo floral que impregnan la garganta tras un ligero amargor algo ácido. La potente carbonatación que mostraba en el vaso por suerte se queda en él, y resulta ser una cerveza densa, cremosa, y terriblemente fácil de beber. Nada que envidiarle a la mítica Weihenstephaner, gustosamente me bebería un maβ de esto... o incluso dos.