MODELO: De La Senne Stouterik
ESTILO: Dry Stout (4'5% ABV)
PAÍS DE ORIGEN: Bélgica
CARACTERÍSTICAS: Yvan De Baets et Bernard Leboucq son los responsables de la Brasserie de la Senne, una cervecera belga que elabora sus productos sin filtrar y sin pasteurizar, utilizando en todo momento materias primas naturales y sin un solo aditivo. Stouterik llegó a mis manos de parte de Sergio Ruiz Begueria, el organizador de la Cata del Juan Sebastian Bar que comenté en otra entrada, y la verdad es que mi expectación ante la oportunidad de probar una Dry Stout belga era considerable.
Servida en un vaso de pinta parece una Stout normal y corriente, con su dedo de espuma beige, quizá un poco menos oscura de lo habitual pero nada que llame la atención. Sin embargo, lo primero que percibe el olfato es la presencia de uvas maduras y otras frutas oscuras (e incluso tuve alguna reminiscencia leve de cilantro), chocolate con leche acompañando a estas y suaves matices de especias picantes, todo reunido en un olor dulce muy agradable. Mi sorpresa a estas alturas era tal que no percibí los ocultos aromas de malta tostada hasta un rato después, de hecho estaba casi convencido de que estaba a punto de tomarme una Ale Belga con aspecto de Stout.
Pues bien, nada más lejos de la realidad. Aparece de forma brutal la malta torrefacta, con un amargor intenso, notas a café oscuro, chocolate amargo y cierto gusto ahumado, como a tabaco suave, y en un segundo plano frutas oscuras como moras o cereza madura. Llena la boca por completo con un cuerpo consistente, y a pesar de la brusquedad de su inicio no pierde el equilibrio en ningún momento, se bebe con relativa facilidad. El final también es áspero, termina de forma seca quedando presente largo rato el amargor junto con tabaco, cacao, leve hierba, cítricos y quizá alguna especia sin demasiado protagonismo. Una buena cerveza, bien encajada dentro del estilo que pretende aunque sin perder la esa esencia que hace imposible no darse cuenta de su origen.
Servida en un vaso de pinta parece una Stout normal y corriente, con su dedo de espuma beige, quizá un poco menos oscura de lo habitual pero nada que llame la atención. Sin embargo, lo primero que percibe el olfato es la presencia de uvas maduras y otras frutas oscuras (e incluso tuve alguna reminiscencia leve de cilantro), chocolate con leche acompañando a estas y suaves matices de especias picantes, todo reunido en un olor dulce muy agradable. Mi sorpresa a estas alturas era tal que no percibí los ocultos aromas de malta tostada hasta un rato después, de hecho estaba casi convencido de que estaba a punto de tomarme una Ale Belga con aspecto de Stout.
Pues bien, nada más lejos de la realidad. Aparece de forma brutal la malta torrefacta, con un amargor intenso, notas a café oscuro, chocolate amargo y cierto gusto ahumado, como a tabaco suave, y en un segundo plano frutas oscuras como moras o cereza madura. Llena la boca por completo con un cuerpo consistente, y a pesar de la brusquedad de su inicio no pierde el equilibrio en ningún momento, se bebe con relativa facilidad. El final también es áspero, termina de forma seca quedando presente largo rato el amargor junto con tabaco, cacao, leve hierba, cítricos y quizá alguna especia sin demasiado protagonismo. Una buena cerveza, bien encajada dentro del estilo que pretende aunque sin perder la esa esencia que hace imposible no darse cuenta de su origen.