Este año ha sido un poco complicado laboralmente, y no he tenido más remedio que retrasar las vacaciones a finales de octubre, fechas incompatibles con la disponibilidad de mi acompañante más habitual. Así, aproveché para hacer un viaje de temática cervecil y, teniendo en cuenta que mi amigo Miguel Ángel sigue por allá, tomé la decisión de repetir la
visita a Munich y de paso explorar Franconia. Además tuve la suerte de que al viaje se pudo sumar mi padre, con el que hacía ya muchos años que no disfrutaba de unas vacaciones, y juntos embarcamos a tierras bávaras.
Tras pasar 3 días en Munich fuimos a Franconia, región que desde hace tiempo tenía muchas ganas de conocer y que, por si alguien no lo sabe, es la
región del mundo con más cerveceras por habitante. Nuestro primer destino fue
Núremberg, una preciosa ciudad medieval aunque reconstruida casi desde sus cimientos tras el final de la II Guerra Mundial. La cerveza de los bares de esta ciudad no tiene nada que ver con la que se encuentra en Munich sino que
predominan marcas como Tucher y Spalter, aunque ocasionalmente uno se puede topar con
algún grifo de Augustiner. En los supermercados se ven multitud de marcas franconas, la mayoría totalmente desconocidas para mí, aunque no cogí ninguna porque tenía previsto visitar
una de las mejores tiendas de bebida de Núremberg: Landbierparadies.
Este comercio se encuentra a escasos 10 minutos andando al Sur de la estación central de Núremberg, y se trata de un local relativamente grande abarrotado de cajas de plástico con
botellas de cerveza de marcas de Franconia, y que seguramente abarcarán
más de 100 fábricas distintas. También se pueden comprar vasos y jarras de dichas cerveceras, además de algunos licores locales. Los precios son los habituales de las tiendas no turísticas de Baviera, alrededor de
0'8 euros la botella de medio litro, aunque las escasas
referencias artesanales creo que eran bastante más caras. En cuanto a la atención, a pesar de que el
dueño sólo habla alemán estuvo
muy dispuesto a la hora de recomendarme cervezas entre ese
interminable arsenal.
Otro local de Núremberg del que también quiero hablar es
Altstadthof Brauerei, localizado en pleno centro histórico. Esta fábrica y cervecería fue la primera en recuperar un estilo de cerveza tradicional de la ciudad, las
Rotbier, cervezas de
baja fermentación y color rojizo cuyos orígenes se remontan a la
Edad Media. Allí paramos a descansar al final de un largo día y pudimos disfrutar de una jarra de su sabrosa cerveza por
alrededor de 3 euros, si no recuerdo mal, en un ambiente tranquilo y relajado (excepto para la camarera, sólo una para atender alrededor de 40 personas). Ofrecían además la
posibilidad de llevarse botellas de 1 litro de distintas variedades
para beber en domicilio, además a un precio muy ajustado.
Evidentemente, estando a menos de una hora en tren no nos ibamos a quedar sin ir a
Bamberg, ciudad de gran importancia por haber sido su conjunto declarado
Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1993, y además hogar de un estilo de cerveza muy peculiar que ya ha pasado en varias ocasiones por el blog: las
Rauchbier. Yo llevaba mucho tiempo queriendo visitarla y la verdad es que
no me decepcionó ni a nivel cervecil ni tampoco arquitectónico aunque, a diferencia de Núremberg, la vi
demasiado preparada para el turismo y le quitaba un poco de autenticidad.
A diferencia de lo que esperaba, las
Rauchbier no se veían por todas partes sino que había que buscarlas un poco. Por suerte yo sabía perfectamente donde buscar, y al primer sitio que fuimos a hacer un descanso fue a la mítica
cervecería Schlenkerla. El sitio es un auténtico laberinto y a veces resultaba difícil saber donde meterse, pero la cerveza... no exagero si digo que la
Märzen de Schlenkerla tirada por gravedad desde barrica de madera es una de las 10 mejores cervezas de mi vida. También hay una pequeña
tienda dentro del local donde comprar sus diferentes variedades a un precio bastante razonable, aunque hay que tener en cuenta que varias de ellas sólo se venden en una época determinada del año. Yo iba con la esperanza de poder coger alguna botella de su novedad,
Fastenbier, pero no hubo suerte...
Para comer decidimos seguir los consejos de Rubén y Iñaki, que recomendaron salir de la parte turística e ir a otra de las cervecerías clásicas de Bamberg:
Spezial. La verdad es que fue todo un acierto y, a pesar de que pedimos comida casi a ciegas por no ser capaces de entender la mayor parte de las palabras de la carta,
disfrutamos una barbaridad. El
local además era muy tranquilo, sin un solo ruido. En cuanto a la cerveza de esta fábrica, también me pareció excelente,
quizá algo más delicada que la de
Schlenkerla y con un ahumado menos intenso. Yo sigo prefiriendo esta última, pero no me resultaría raro que haya quienes sean más partidarios de
Spezial.
A grandes rasgos esto sería la parte relacionada con la cerveza de las divertidas vacaciones que pasamos en Baviera. Para terminar la reseña voy a dejar una lista de las referencias que más me gustaron del viaje, en orden alfabético y no de preferencia:
- Aecht Schlenkerla Rauchbier Märzen (barrica de madera).
- Augustinerbräu Dunkel (grifo).
- Hetzelsdorfer Fränkisches Vollbier (botella)
- Hofbräu Original (grifo).
- Hofbräu Winterzwickl (botella).
- Leupser Dunkel (botella).
- Scheyern Kloster-Export Dunkel (botella).
- Schleicher Rauchbier (botella).
-
Spezial Märzen (grifo y botella)
- Tegernseer Hell (botella)