Este año me apeteció cambiar de aires durante las fiestas del Pilar de Zaragoza y decidí escapar junto con la señora Ana a pasar una semana en Lisboa, ciudad que nunca antes había visitado, de lo que ahora me arrepiento, tras varios días disfrutando de ese maravilloso lugar de vistas espectaculares, tranquilidad, buena comida, y unos atardeceres como no los he visto en ningún sitio. Por supuesto, aderezado todo ello con "pasteis de nata", "ginginha" y mucha cerveza, que es en lo que me voy a centrar en esta entrada.
En Lisboa (y en general en Portugal) hablar de cerveza implica hablar de Super Bock, pues esta marca domina por completo el mercado y será la que veremos con mayor frecuencia en los numerosos bares de la ciudad, lista para ayudarnos a luchas contra las altas temperaturas de la capital portuguesa por en torno a 1'5 euros la jarra de medio litro. También es habitual encontrarse por un precio similar la otra gran marca portuguesa, llamada Sagres por el nombre de la localidad donde se empezó a elaborar. Yo personalmente prefiero la primera, pero ambas, sin ser nada especial, son disfrutables y muy refrescantes... lo que eché mucho de menos fueron las raciones de bravas de España para acompañarlas, porque parece que allí lo normal es que los bares sean también pastelerías, y diversos dulces lo único disponible para tomar con la cerveza.
¿En qué situación cervecera se halla ahora mismo Portugal? Pues probablemente una bastante similar a la española, parece que la gente empieza a interesarse por otros estilos además de las lager ramplonas y aburridas, lo que ha instado a las macro a poner a disposición del comprador una mayor variedad de productos. Es por esto habitual encontrar en casi cualquier bar varios modelos de Super Bock y Sagres distintos, o incluso si se prefiere tomar un botellín por la calle, mientras se da un paseo, el mejor recurso son los locales de Ginginha, que la ofrecen a precios realmente bajos, similares al de un supermercado.
Como bien me recomendó Chela, también es posible degustar algunas cervezas artesanales portuguesas en un bar del recinto de la Expo '98, lugar que pese a haber transcurrido ya 11 años desde que se celebró el evento se conserva en unas condiciones impecables y está todos los días rebosante de actividad. En cuanto a marcas extranjeras, las posibilidades son escasas, hay algún pub con cervezas belgas, inglesas y alemanas en los barrios de Baixa y en Bairro Alto, pero son los menos, y se tiene como recurso el Corte Inglés que está por la zona de Marqués de Pombal, donde se puede encontrar, entre muchas otras cosas, una buena cantidad de modelos de Brewdog, que seguro que a más de uno le interesará conseguir.
Así pues, pude disfrutar de un hermoso país con una cultura cervecera en pleno auge que merece la pena visitar, quizá no ex profeso por las cervezas, pero tampoco creo que nadie se vaya a sentir defraudado en este aspecto.