El fin del verano para la mayoría de la gente suele tener consecuencias negativas, al venir de la mano de la vuelta al trabajo y asociar además de un clima algo más incómodo. A mí, sin embargo, también me supone una parte positiva, y es el reinicio de las catas de los diferentes clubes de La Vinoteca, a las que suelo asistir. Así fue hace un par de semanas con el Club Bier, quienes estrenaron el pasado día 15 de Octubre el nuevo ciclo "Mèter Bier" con una cata del estilo que parece estar más de moda ahora mismo, las India Pale Ale.
Los encargados de dirigir este evento fueron Mikel Garrues y Ana Murillo, responsables del blog y página web "El Retrogusto es Mío", quienes además ese mismo día recogieron el 1º premio del III Concurso de Maestría Cervecera organizado por La Vinoteca por su clon de Final Frontier de To Øl, al que llamaron Iron Maiden. En cuanto a las cervezas protagonistas, estas fueron:
- Les Trois Mousquetaires Série Signature Hopfen Weisse (Canadá, 6% ABV)
- Beavertown Neck-Oil Session IPA (Inglaterra, 4'3% ABV)
- Poperings Hommel Bier (Bélgica, 7'5% ABV)
- Fuller's India Pale Ale (Inglaterra, 4'9% ABV)
- To Øl Nelson Survin (Dinamarca, 9% ABV)
- Alesmith Yule Smith (Estados Unidos, 8'5% ABV)
- Dunham Black IPA (Canadá, 5'7% ABV)
La verdad es que la selección me pareció buena; eran cervezas muy distintas entre sí, con lo que dieron mucho juego a la hora de probarlas durante las dos horas que duró la cata.
Había entre ellas algunas viejas conocidas, como la fantástica IPA de Fuller's, que para mi gusto fue una de las que salió más airosa, o Hommel Bier, a la que siempre me negaré a llamar IPA belga. (más que nada porque no lo es, simplemente es una deliciosa Ale belga con algo más de lúpulo del habitual) De las fábricas más modernas me gustó bastante Hopfen Weisse de Les Trois Mousquetaires, aunque casi parecía inspirarse más en las cervezas de trigo belgas que en las alemanas; por su parte Alesmith demostró que su popularidad es bien merecida pero no obstante, aunque su IPA doble me gustó mucho, mi sensación es que no merece la pena pagar el dineral que cuestan las botellas de esta marca, que no son ni mejores ni peores que elaboraciones mucho más asequibles de otras fábricas. La otra cara de la moneda la representó Neck-Oil de Beavertown, una cerveza que en mi opinión sólo tiene lúpulo y se queda corta en todo lo demás: cuerpo, malta y sabor.
La noche transcurrió con calma aunque de forma fluida. La voz cantante la llevaba Mikel Garrues quien, si bien al principio estuvo un poco condicionado por los nervios de enfrentarse a más de 50 asistentes, supo salir airoso gracias a su capacidad de diseccionar las cervezas con rigurosidad y certeza. Le apoyaba con sus comentarios Ana Murillo, en los que se evidenciaba su mayor experiencia en el mundo del vino y daba una perspectiva interesante a las cervezas. También Rubén Fernández, uno de los responsables de La Vinoteca, intervino con algunas aportaciones especialmente acertadas que dieron mucho ritmo a la cata. Y así, antes de que nos diésemos cuenta, concluyó una jornada amena y cargada de buena cerveza, aperitivo de las que probablemente nos esperan a lo largo del año. ¿Qué mas se puede pedir?