MODELO: Alvinne Land Van Mortagne
ESTILO: Quadrupel (13'9% ABV)
PAÍS DE ORIGEN: Bélgica
CARACTERÍSTICAS: El duelo a muerte que disputamos sobre la lava ardiente de un volcán hawaiano, con la intención de decidir sobre la repartición de las botellas que nos habían enviado desde diferentes tiendas online, implicó que Asf se quedara con la rica IPA de Anderson Valley. Sabiendo esto cualquiera pensaría que fue mi compañero quien se alzó con la victoria, pero si aclaro que a mi me correspondió esta Quadrupel, detallazo de Gabriel de Zombier como una pequeña muestra de las Alvinne que recientemente ha incorporado a su catálogo, no queda tan claro quien fue el ganador.
Tuve que someterme a una fuerte preparación psicológica para abrirla porque con sus casi 14º de alcohol, lo que la hace la Quadrupel de mayor graduación que he probado, y los 150 puntos en la escala de color de la EBC, resultaba cuanto menos intimidante. Una vez que me sentí en condiciones de enfrentarme a ella pude comprobar que la etiqueta no mentía, puesto que es tan oscura y opaca que casi absorbe la luz, cubierta además por una sólida capa de espuma marrón. Al instante la intensidad de su perfume inunda la habitación con un aroma goloso, que al acercar la nariz a la copa se concreta en moras, cerezas, fresas maduras, mientras se pone a su altura, en primer plano, un torrente de malta, caramelo y chocolate amargo. En un segundo nivel quedan recuerdos vinosos y frutos secos, salpicados con la famosa levadura Morpheus, e incluso se puede identificar una tercera capa, donde alimentan la extraordinaria complejidad suaves notas de vainilla, alcohol y madera. ¡Menuda gozada, y más aún para los que de cuando en cuando disfrutamos diseccionando cervezas!
El resumen perfecto del primer sorbo es sencillo: un puñetazo en la boca que te deja sin dientes, a tí y a tus familiares directos. Irrumpe en las papilas un sabor potentísimo, donde en un primer momento se encuentra una exquisita mezcla de malta tostada, caramelo y cereza con licor, a la que poco a poco se van sumando notas de cacao, pasas, regaliz, dátiles, ciruelas, etc, algo más secundarias. A medida que avanza el regaliz gana mucha presencia, y acaba por protagonizar el final junto con suaves toques de madera y levadura, formando un intenso amargor algo alcohólico, que puede recordar al Bourbón, impregnado de clavo, canela y leve lúpulo herbal. Pesadísima y como única pega algo dura de beber, sin embargo su complejidad extrema y su intenso y duradero sabor compensan con creces, convirtiéndola en una excelente elección como copazo post-comilona. ¡Muchísimas gracias a Gabriel por dejarnos probar esta maravilla!
Tuve que someterme a una fuerte preparación psicológica para abrirla porque con sus casi 14º de alcohol, lo que la hace la Quadrupel de mayor graduación que he probado, y los 150 puntos en la escala de color de la EBC, resultaba cuanto menos intimidante. Una vez que me sentí en condiciones de enfrentarme a ella pude comprobar que la etiqueta no mentía, puesto que es tan oscura y opaca que casi absorbe la luz, cubierta además por una sólida capa de espuma marrón. Al instante la intensidad de su perfume inunda la habitación con un aroma goloso, que al acercar la nariz a la copa se concreta en moras, cerezas, fresas maduras, mientras se pone a su altura, en primer plano, un torrente de malta, caramelo y chocolate amargo. En un segundo nivel quedan recuerdos vinosos y frutos secos, salpicados con la famosa levadura Morpheus, e incluso se puede identificar una tercera capa, donde alimentan la extraordinaria complejidad suaves notas de vainilla, alcohol y madera. ¡Menuda gozada, y más aún para los que de cuando en cuando disfrutamos diseccionando cervezas!
El resumen perfecto del primer sorbo es sencillo: un puñetazo en la boca que te deja sin dientes, a tí y a tus familiares directos. Irrumpe en las papilas un sabor potentísimo, donde en un primer momento se encuentra una exquisita mezcla de malta tostada, caramelo y cereza con licor, a la que poco a poco se van sumando notas de cacao, pasas, regaliz, dátiles, ciruelas, etc, algo más secundarias. A medida que avanza el regaliz gana mucha presencia, y acaba por protagonizar el final junto con suaves toques de madera y levadura, formando un intenso amargor algo alcohólico, que puede recordar al Bourbón, impregnado de clavo, canela y leve lúpulo herbal. Pesadísima y como única pega algo dura de beber, sin embargo su complejidad extrema y su intenso y duradero sabor compensan con creces, convirtiéndola en una excelente elección como copazo post-comilona. ¡Muchísimas gracias a Gabriel por dejarnos probar esta maravilla!