MODELO: Gulden Draak
ESTILO: Quadrupel (10'5% ABV)
PAÍS DE ORIGEN: Bélgica
CARACTERÍSTICAS: Sentaos ante el fuego y os contaré una historia fantástica. Una historia de dragones:
En los cuentos siempre son los dragones los que protegen los tesoros y los "belfort" (casas consistoriales). Estos, durante la época medieval en Flandes, eran los lugares donde se guardaban los tesoros y fueros, por lo que no es de extrañar que en lo alto de la torre de la casa consistorial de Gent se encuentre un dragón dorado, símbolo de los fueros obtenidos en la época medieval.
La leyenda cuenta que el rey noruego Sigrid Magnusson regaló esta escultura de oro exótica al emperador de Constantinopla (ahora Estambul) durante la cruzada del año 1111. Un siglo más tarde el flamenco Balduino XI, fue el emperador de Constantinopla y trasladó la figura a su lugar de origen. En 1382 las ciudades de Gent y Brugge se enfrentaron en una gran batalla por esta estatua y el lugar donde se encuentra ahora nos permite adivinar quién ganó esta batalla.
Gulden draak, el dragón dorado, el vino de cebada... es, sin duda, una de las mejores cervezas creadas por el hombre. El color blanco característico de la botella, contrastado con la etiqueta negra poseedora de un dragón dorado, provocan en ella un aura de misticismo y heroicidad que llama la atención de todo bebedor de cerveza.
Gota a gota, transmite un fuerte y fresco sabor, una mezcla poderosa de aromas dulces y amargos. Deja un regusto persistente en la boca, desde el primer trago, hasta los últimos posos, con un final amargo que aporta notas de torrefacto y caramelo; al ser una cerveza poco filtrada pueden observarse al trasluz resquicios de levadura en suspensión. Cada trago, aunque contundente, atraviesa la garganta con una facilidad peligrosa, pues sus casi 11º de alcohol en seguida hacen aparición en el organismo.
Su botella blanca ayuda a proteger este tesoro contra los efectos de la luz, manteniendo sus excelentes características durante muchos años. Tiene una espuma abundante y espesa, con un color cremoso que, al igual que ocurre en la botella, contrasta con el oscuro color negro caramelo de la cerveza.
Definitivamente, y desde hace mucho tiempo, la Gulden Draak es mi cerveza favorita. Quizás por su sabor, quizás por su cuerpo y fuerza, o por todas las buenas fiestas de las que ha sido partícipe. Recomendada a todo bebedor de cerveza, se puede encontrar en tiendas especializadas o cervecerías a un precio no muy elevado.
Exquisita y practicamente perfecta.
NOTA:
Actualizado por Embracing Darkness:
CARACTERÍSTICAS: En un cotillón de Nochevieja en el Lago Ness, hace ya muchos años, dediqué mi tiempo a probar todas las cervezas que pude de la amplia gama de marcas que ofrecían en barra libre. No fueron pocos los descubrimientos interesantes que hice esa noche, pero hubo una cerveza que llamó mi atención sobre todas las demás gracias al drakkar dorado de la etiqueta, a su alta graduación alcohólica y a la robustez de su sabor. Mi capacidad para apreciar la calidad de las cervezas en aquel entonces era muy limitada, de hecho no son pocas las que en esa fecha me encantaron y con el paso del tiempo me di cuenta de que no tenían nada remarcable, sin embargo no sucedió lo mismo con Gulden Draak y actualmente sigue siendo una de mis favoritas.
Visualmente es muy atractiva, al servirla un torrente de espuma beige amarillenta surge para coronar repartiéndose de forma desigual un líquido de color pardo oscuro con reflejos caoba. En ese mismo momento un olor intensísimo invade las fosas nasales, a malta torrefacta, caramelizada, con marcadas notas a chocolate con leche sobre un fondo de anís o quizá regaliz, un toque de alcohol bastante moderado y suavemente recuerdos de café. Sugiere además, aunque no tan claramente, frutas oscuras o quizá pasas, para completar un aroma dulce pero perfectamente nivelado.
Esta complejidad es también la tónica en el gusto, que comienza con la malta y el caramelo con una suavidad excepcional, a los que se añaden suaves frutas maduras y hacia el final chocolate con leche, justo antes de que se acompase de forma magistral un sabor enólico que rompe la tranquilidad en un segundo y da forma a un regusto seco y totalmente alcohólico que provoca que una sensación de calor baje por la garganta. Equilibrio, complejidad y fuerza, no le puedo pedir más a una cerveza.
Visualmente es muy atractiva, al servirla un torrente de espuma beige amarillenta surge para coronar repartiéndose de forma desigual un líquido de color pardo oscuro con reflejos caoba. En ese mismo momento un olor intensísimo invade las fosas nasales, a malta torrefacta, caramelizada, con marcadas notas a chocolate con leche sobre un fondo de anís o quizá regaliz, un toque de alcohol bastante moderado y suavemente recuerdos de café. Sugiere además, aunque no tan claramente, frutas oscuras o quizá pasas, para completar un aroma dulce pero perfectamente nivelado.
Esta complejidad es también la tónica en el gusto, que comienza con la malta y el caramelo con una suavidad excepcional, a los que se añaden suaves frutas maduras y hacia el final chocolate con leche, justo antes de que se acompase de forma magistral un sabor enólico que rompe la tranquilidad en un segundo y da forma a un regusto seco y totalmente alcohólico que provoca que una sensación de calor baje por la garganta. Equilibrio, complejidad y fuerza, no le puedo pedir más a una cerveza.