MODELO: De Dolle Stille Nacht
ESTILO: Blonde de Navidad (12% ABV)
PAÍS DE ORIGEN: Bélgica
CARACTERÍSTICAS: El año pasado tuve esta cerveza al alcance de la mano en la genial Manneken Beer de Pamplona, pero por oscuros designios que escapan a mi compresión acabé tomando en su lugar una Corsendonk Christmas. No puedo decir que me arrepintiese de mi elección puesto que esta otra cerveza también es estupenda, pero cuando Gabriel de Zombier me avisó de que había perdido la oportunidad de tomar, en su opinión, una de las mejores cervezas belgas que se elaboran en la actualidad sí que me quedé con las ganas de probarla, así que en cuanto Alberto y yo empezamos a diseñar nuestro pedido cervecil navideño fue una de las primeras que decidí comprar.
Tanto 12% de alcohol como 27º Plato son cifras más que respetables, por lo que el día que me decidí a atacar a Stille Nacht lo hice con algo de cautela, además del estómago bien lleno. Al servirla encontré un líquido velado de color naranja brillante, incluso algo rojizo, al abrigo de tres dedos de espuma esponjosa y duradera alimentada por una espiral de burbujas. El aroma impacta, es terriblemente intenso pero de alguna manera consigue una delicadeza inusual, al combinar su tremenda carga de malta, caramelo y leve chocolate con un toneladas de frutas diversas, entre las que sobresalen manzana, albaricoque y naranja, y un hábil toque de clavo y pimienta, resultando una auténtica delicia.
En boca empieza a un nivel muy alto, un torrente de malta, miel y fruta madura acapara la atención, con bastante cítrico infiltrado, e incluso mejora a medida que transcurre el tiempo: cada minuto los sabores se integran mejor, las especias potencian la fruta y estas a su vez forman un todo con el alcohol, aportando así una calidez exquisita. A su paso ofrece una textura muy sedosa, inundando de sabor las papilas, para al final terminar en un amargor intenso que aprovecha para sembrar notas enólicas, de hoja de limón, clavo y mínima hierba. Una cerveza verdaderamente brillante, muy compleja y sabrosa. Sorprende que partiendo de 27º Plato no sea demasiado dulce, muy indicativo de la maestría del maestro cervecero el haber conseguido una cerveza tan redonda y bien equilibrada como esta.
Tanto 12% de alcohol como 27º Plato son cifras más que respetables, por lo que el día que me decidí a atacar a Stille Nacht lo hice con algo de cautela, además del estómago bien lleno. Al servirla encontré un líquido velado de color naranja brillante, incluso algo rojizo, al abrigo de tres dedos de espuma esponjosa y duradera alimentada por una espiral de burbujas. El aroma impacta, es terriblemente intenso pero de alguna manera consigue una delicadeza inusual, al combinar su tremenda carga de malta, caramelo y leve chocolate con un toneladas de frutas diversas, entre las que sobresalen manzana, albaricoque y naranja, y un hábil toque de clavo y pimienta, resultando una auténtica delicia.
En boca empieza a un nivel muy alto, un torrente de malta, miel y fruta madura acapara la atención, con bastante cítrico infiltrado, e incluso mejora a medida que transcurre el tiempo: cada minuto los sabores se integran mejor, las especias potencian la fruta y estas a su vez forman un todo con el alcohol, aportando así una calidez exquisita. A su paso ofrece una textura muy sedosa, inundando de sabor las papilas, para al final terminar en un amargor intenso que aprovecha para sembrar notas enólicas, de hoja de limón, clavo y mínima hierba. Una cerveza verdaderamente brillante, muy compleja y sabrosa. Sorprende que partiendo de 27º Plato no sea demasiado dulce, muy indicativo de la maestría del maestro cervecero el haber conseguido una cerveza tan redonda y bien equilibrada como esta.
NOTA:
Actualizado por Sir Asf:
CARACTERÍSTICAS: Ya que el año pasado elegí otras cervezas en mi pedido navideño (un gran error, sobre todo ahora que he probado esta espumosa belga), no dejé escapar la oportunidad de, este año, hacerme con la De Dolle Stille Nacht, a la que tan buenas palabras había dedicado la comunidad blogger y en especial Hugo, que habla de ella a todas horas. Cuando te hablan tanto y tan bien de una cerveza es inevitable tenerla en alta estima, y a veces el resultado no es tan bueno como se espera. Pero este es el caso contrario. Decir que este año he hecho el pedido navideño a Zombier (aunque en enero), y que hasta hace un par de días no me he podido poner con ellas.
Viste un color marrón claro, entre turbio y cristalino, que al mirar al trasluz da la sensación de que ha permanecido en la copa durante muchos años. Este hecho me sorprendió, ya que no es una característica atractiva a mi vista. Sobre el caldo, en el que se perciben cientos de burbujas alocadas, se posa una generosa capa de espuma blanca, esponjosa y cremosa, de burbuja pequeña, que tiene una duración más que correcta.
Es en el aroma donde no cabe duda: una barbaridad. Se debate entre la malta, el caramelo y el toque floral, con una base afrutada intensa y muy variada. Ciertamente invitadora al trago. En boca es una bomba. El alcohol está muy presente durante todo el trago, pero sin llegar a empañar el resto de matices, que se presentan en una coreografía perfecta. Se percibe chocolate, malta, lúpulo fresco y fruta muy delicada. Es de cuerpo denso, en ocasiones me dio la sensación de que me estaba comiendo un trozo de bizcocho al brandy. El retrogusto es ardiente, y hay que tener cierto cuidado con la cabeza, pues no recuerdo demasiadas cervezas que hayan subido tanto en tan poco tiempo.
Una maravilla que sin duda va a ser habitual en mi pedido anual. Todo lo que has oido de ella se queda corto.
Viste un color marrón claro, entre turbio y cristalino, que al mirar al trasluz da la sensación de que ha permanecido en la copa durante muchos años. Este hecho me sorprendió, ya que no es una característica atractiva a mi vista. Sobre el caldo, en el que se perciben cientos de burbujas alocadas, se posa una generosa capa de espuma blanca, esponjosa y cremosa, de burbuja pequeña, que tiene una duración más que correcta.
Es en el aroma donde no cabe duda: una barbaridad. Se debate entre la malta, el caramelo y el toque floral, con una base afrutada intensa y muy variada. Ciertamente invitadora al trago. En boca es una bomba. El alcohol está muy presente durante todo el trago, pero sin llegar a empañar el resto de matices, que se presentan en una coreografía perfecta. Se percibe chocolate, malta, lúpulo fresco y fruta muy delicada. Es de cuerpo denso, en ocasiones me dio la sensación de que me estaba comiendo un trozo de bizcocho al brandy. El retrogusto es ardiente, y hay que tener cierto cuidado con la cabeza, pues no recuerdo demasiadas cervezas que hayan subido tanto en tan poco tiempo.
Una maravilla que sin duda va a ser habitual en mi pedido anual. Todo lo que has oido de ella se queda corto.
NOTA: