MODELO: De Troch Oude Kriek
ESTILO: Kriek (5'5% ABV)
PAÍS DE ORIGEN: Bélgica
CARACTERÍSTICAS: De Troch es una cervecera de Lambic que comenzó su actividad en el año 1795 en una granja en Wambeek, en la comuna de Ternat, escasos kilómetros al Oeste de Bruselas. Se trata de una empresa familiar desde sus inicios, con Pieter De Troch como primer responsable, y actualmente es la 7º generación quienes están al cargo, en concreto el matrimonio formado por Pauwel Raes y Kristel Schelfthout. De Troch es ahora mismo una de las fábricas de Lambic más denostadas debido a su línea de cervezas Chapeau, elaboradas con diferentes frutas exóticas y muy dulces. Sin embargo, al igual que sucede con Lindemans y su Cuvée René, cuentan también con algunas Lambic tradicionales, y hoy voy a comentar su Kriek, con un 35% de cerezas Schaerbeek.
Es una cerveza muy atractiva, de un color granate oscuro que coje un intenso rubí al trasluz. Al servirla desde altura genera una espuma rosada de burbuja muy fina, aunque apenas dura un minuto antes de desaparecer. En nariz es más bien dulce, como de mermelada de cereza y guindas sobre una base abizcochada, y se adorna con un punto mineral, como de levadura salvaje, heno y Brett, delicado pero evidente, llegando a evocar el olor de una bodega cerrada. Este dulzor y una etiqueta trasera, yo creo que equivocada, en la que figura el azúcar como ingrediente me hizo temerme lo peor, aunque la verdad es que el aroma me había resultado muy agradable en términos generales.
En boca quizá tenga algo más de cuerpo que otras Lambic, con una textura que coquetea con el calificativo "oleosa". Entrada con algo de cereal y galleta de fondo, pero lo que marca desde el principio son las intensas notas de cereza, con una acidez que progresivamente va invadiendo la boca, liberando notas de vinagre y vino joven. Cuando avanza el trago esta acidez estalla, terminando en un final muy especiado, rebosante de cereza silvestre, frutas del bosque, grosella, recuerdos de roble, cáscaras de cítricos y levaduras salvajes. La boca queda seca, con una reconfortante calidez en la garganta y la sensación de que De Troch me han dado una paliza tras años de jugar al despiste. La verdad, exquisita, por su precio para repetir mil veces.
NOTA: