MODELO: Hofmark Original Weisse
ESTILO: Hefe-Weiβbier (5'6% ABV)
PAÍS DE ORIGEN: Alemania
CARACTERÍSTICAS: Llevaba una larga racha comentando (y bebiendo) cervezas alemanas y me apetecía dejar este país aparcado por un tiempo, pero en cuanto vi esta botella en las estanterías del supermercado y recordé lo mucho que me gustó la lager de esta marca pensé en lo feo que estaba marginar a un país tan grande como Alemania, y decidí ignorar mis intenciones previas y comprobar si podía publicar por acá una crítica tan positiva como la otra.
El aspecto me sorprendió un poco, no en cuanto al líquido que era igual que cualquier otra Weizen, turbio y de color dorado pajizo, sino más bien por la espuma, que no eran tan densa ni compacta como suele ser habitual en el estilo, y además desapareció sin dejar rastro en escasos minutos. Con el aroma siguen las sorpresas, el comienzo está repleto de frutas pero curiosamente no plátano sino melocotón y naranja, una base de almíbar y un medido toque de vainilla y especias picantes. Se suman a continuación leves notas de canela, miel, flores y por fin aparece en el último instante el esperado plátano, aunque con una relevancia mínima.
Lo imprevisto en el sabor habría sido que fuese fiel al estilo, pero no se dio el caso: ya de primeras no dura demasiado y la sensación en la boca no es cremosa en absoluto, lo cual es un punto que no me parece demasiado positivo. El inicio es de dulzor muy limitado, más tirando a ácido, repleto de picante, con intensas notas de melocotón y naranja, a las que acompañan más adelante leves notas de manzana, cilantro y limón, un suave punto levaduroso y una discretísima base de platano que casi pasa desapercibida. Los lúpulos florales están presentes en todo momento pero se acentúan más hacia el final, dejando un regusto cítrico muy moderado, con un soplo de amargor. No puedo decir que estuviese mala y, de hecho, es muy refrescante, pero le faltan cosas que considero esenciales en una Weissbier.
El aspecto me sorprendió un poco, no en cuanto al líquido que era igual que cualquier otra Weizen, turbio y de color dorado pajizo, sino más bien por la espuma, que no eran tan densa ni compacta como suele ser habitual en el estilo, y además desapareció sin dejar rastro en escasos minutos. Con el aroma siguen las sorpresas, el comienzo está repleto de frutas pero curiosamente no plátano sino melocotón y naranja, una base de almíbar y un medido toque de vainilla y especias picantes. Se suman a continuación leves notas de canela, miel, flores y por fin aparece en el último instante el esperado plátano, aunque con una relevancia mínima.
Lo imprevisto en el sabor habría sido que fuese fiel al estilo, pero no se dio el caso: ya de primeras no dura demasiado y la sensación en la boca no es cremosa en absoluto, lo cual es un punto que no me parece demasiado positivo. El inicio es de dulzor muy limitado, más tirando a ácido, repleto de picante, con intensas notas de melocotón y naranja, a las que acompañan más adelante leves notas de manzana, cilantro y limón, un suave punto levaduroso y una discretísima base de platano que casi pasa desapercibida. Los lúpulos florales están presentes en todo momento pero se acentúan más hacia el final, dejando un regusto cítrico muy moderado, con un soplo de amargor. No puedo decir que estuviese mala y, de hecho, es muy refrescante, pero le faltan cosas que considero esenciales en una Weissbier.
NOTA: