MODELO: Weizenland Weissbier Hefetrüb
ESTILO: Hefe-Weiβbier (4'8% ABV)
PAÍS DE ORIGEN: Alemania
CARACTERÍSTICAS: Hace ya años que venden esta cerveza en Vips, al menos en el de Plaza Aragón de Zaragoza, sin embargo no fue hasta hace unos 6 meses cuando relacioné la marca con la cervecera Kaiserdom, responsable de una Kellerbier y una Dunkel que me gustan mucho. Cuando me enteré de esto no era la época del año en que más me apetecían cervezas de este estilo pero me propuse probarla en no mucho tiempo, y eso hice la semana pasada, aunque reconozco que con algo de miedo pues últimamente los productos de esta fábrica no me han decepcionado un poco.
No me desagradan las sorpresas, de hecho algunas de las cervezas que más me gustan dificilmente se encajan en ningún estilo, sin embargo ante una Weizen tan apenas turbia y con poca espuma casi tengo ganas de salir corriendo. Al final me quedé en el sitio gracias al aroma, donde se encuentran como protagonistas malta y cereales, plátano y manzana más suaves, y un mínimo toque de limón y especias completado con un sutil frescor floral. Un tanto curioso por casi ser más predominante la cebada que del trigo, pero ni tan mal el conjunto.
Lo que me derrumbó por completo fue el primer trago, en ese instante la cerveza muestra todas sus carencias: falta cuerpo, falta complejidad y falta intensidad. Pasa por boca excesivamente fluida, dejando un discreto sabor a malta dulce y plátano al que una acidez cítrica casi llega a igualar... y poco más, al final un amargor floral/herbal también muy moderado con un leve deje picante. No es desagradable pero se queda en el peligroso terreno de la indiferencia, a kilómetros de una simple Franziskaner, lo cual es una pena porque esta fábrica sabe hacer bien las cosas.
No me desagradan las sorpresas, de hecho algunas de las cervezas que más me gustan dificilmente se encajan en ningún estilo, sin embargo ante una Weizen tan apenas turbia y con poca espuma casi tengo ganas de salir corriendo. Al final me quedé en el sitio gracias al aroma, donde se encuentran como protagonistas malta y cereales, plátano y manzana más suaves, y un mínimo toque de limón y especias completado con un sutil frescor floral. Un tanto curioso por casi ser más predominante la cebada que del trigo, pero ni tan mal el conjunto.
Lo que me derrumbó por completo fue el primer trago, en ese instante la cerveza muestra todas sus carencias: falta cuerpo, falta complejidad y falta intensidad. Pasa por boca excesivamente fluida, dejando un discreto sabor a malta dulce y plátano al que una acidez cítrica casi llega a igualar... y poco más, al final un amargor floral/herbal también muy moderado con un leve deje picante. No es desagradable pero se queda en el peligroso terreno de la indiferencia, a kilómetros de una simple Franziskaner, lo cual es una pena porque esta fábrica sabe hacer bien las cosas.