MODELO: Sant Erwann
ESTILO: Blonde con 7 cereales (7% ABV)
PAÍS DE ORIGEN: Francia
CARACTERÍSTICAS: Saint Ivo de Kermartin, también conocido como Saint Yvo, Saint Ives o en bretón Sant Erwann, es venerado como patrón de los abogados, de los niños abandonados y de la Bretaña. Probablemente este último es el principal motivo que llevó a la Brasserie de Bretagne a lanzar en el año 2003, 700º aniversario de su fallecimiento, una cerveza en homenaje a este santo, en cuya producción han querido utilizar este número 7 de forma simbólica, siendo este el porcentaje de alcohol y también el número de cereales empleados en la elaboración: trigo, avena, cebada, centeno, espelta, trigo sarraceno y mijo.
Es una cerveza de color naranja, incluso amarillenta si se expone a la luz, ligeramente velada, que al servirse forma un par de centímetros de espuma blanca que el tiempo se encarga de comprimir rápidamente. En el intenso aroma lo más llamativo es, sin duda alguna, la tremenda frutalidad, intrínseca por lo que parece a los productos de Brasserie de Bretagne, donde se pueden encontrar albaricoque, naranja, piña, maracuyá, debidamente reforzadas por unos robustos cimientos de malta y adornada por canela, clavo y flores.
El sabor es muy similar: toneladas de fruta y malta, con suaves recuerdos de miel y cilantro, forman un sólido núcleo que el lúpulo floral y las especias picantes se encargan de perfilar. La principal diferencia está en que el alcohol, aunque perfectamente integrado y controlado, gana fuerza y aporta contundencia al trago. No termina aquí su función sino que en el final, tras un delicado amargor, se entrelaza con notas florales, frutas tropicales e hidromiel, y las arrastra al largo regusto, donde libera su agradable calidez. Tan sabrosa, interesante y acertada como todo lo que he probado hasta el momento de esta fábrica, de verdad pienso que estos bretones merecen mucho más reconocimiento del que se les da.
Es una cerveza de color naranja, incluso amarillenta si se expone a la luz, ligeramente velada, que al servirse forma un par de centímetros de espuma blanca que el tiempo se encarga de comprimir rápidamente. En el intenso aroma lo más llamativo es, sin duda alguna, la tremenda frutalidad, intrínseca por lo que parece a los productos de Brasserie de Bretagne, donde se pueden encontrar albaricoque, naranja, piña, maracuyá, debidamente reforzadas por unos robustos cimientos de malta y adornada por canela, clavo y flores.
El sabor es muy similar: toneladas de fruta y malta, con suaves recuerdos de miel y cilantro, forman un sólido núcleo que el lúpulo floral y las especias picantes se encargan de perfilar. La principal diferencia está en que el alcohol, aunque perfectamente integrado y controlado, gana fuerza y aporta contundencia al trago. No termina aquí su función sino que en el final, tras un delicado amargor, se entrelaza con notas florales, frutas tropicales e hidromiel, y las arrastra al largo regusto, donde libera su agradable calidez. Tan sabrosa, interesante y acertada como todo lo que he probado hasta el momento de esta fábrica, de verdad pienso que estos bretones merecen mucho más reconocimiento del que se les da.