MODELO: Naparbier Pumpkin Tzar
ESTILO: Imperial Stout con chile habanero y calabaza (10'5% ABV)
PAÍS DE ORIGEN: España
CARACTERÍSTICAS: Pocas cervezas de Naparbier han levantado tanta expectación como Pumpkin Tzar, una curiosa Imperial Stout
con chile habanero y calabaza ideada en colaboración con Manuel
Baltasar de la cervecería Freiburg, Sven Bosch de The Drunk Monk y
Robert Merryman de Shelton Bros, y que salió al mercado a finales del
2012. Me apenó el no haber podido hacerme con ninguna botella en esa
ocasión porque la mayor parte de las críticas que recibió fueron
positivas, pero estaba convencido de que no sería mi única oportunidad.
Finalmente así fue, alrededor de año y medio después me topé con una de
ellas y ha estado en mi despensa desde entonces.
Elegí
para abrirla un día de frío intenso y mucho viento, de esos que apetece
quedarse en casa y dedicarse a actividades calmadas. Su opaco líquido
de color negro mate se desliza lentamente por el cristal de la copa,
dejando al final medio dedo de espuma marrón grisácea en su superficie.
Al acercar la nariz es como una explosión que deja noqueado al olfato,
irrumpe un perfume intenso y profundo en el que destacan dulce malta
oscura, sirope de chocolate, caramelo y penetrantes frutas oscuras entre
las que destacan moras y ciruela negra. Juegan un papel relevante,
aunque sin llegar en ningún momento a la altura de los matices
mencionados anteriormente, recuerdos de café americano, torrefacto y
leve regaliz. En cuanto a la calabaza prometida, yo no fui capaz de
detectarla; si estuviese presente su posición sería escondida entre las
frutas, pero hace falta imaginación para ello.
Entra potente en
boca con malta oscura, café y suave regaliz: aquí es más evidente el
torrefacto, no obstante lo respaldan dulces como caramelo, frutas del
bosque y chocolate con leche. De cuerpo completo y textura oleosa, avanza con calma, manteniendo las proporciones sin demasiados cambios aunque poco a poco se infiltra algo de dulce. El final comienza con un amargor seco ligeramente herbal
que al instante es cubierto por el intenso picante del chile, agarrado
al paladar y la garganta, dejando de fondo leves resquicios de tostados. El alcohol pasa desapercibido por la boca, escondido detrás del chile, y sólo se nota en el estómago mientras concluye el trago un largo regusto especiado. Mi sensación no ha sido lo satisfactoria que esperaba; su aroma prometía más de lo que ofrece el sabor, me parece algo lineal y poco complejo
hasta la llegada del chile, luego la boca se me queda anestesiada y no
percibo muchas más cosas. Sé que ha tenido mucho éxito y la valoración
general es muy buena pero a mí no me ha convencido, sin notar ningún defecto grave me resulta monótona y el picante, descontrolado. Por mucho que idolatre a Naparbier tampoco tiene por qué gustarme todo lo que hacen, ¿no?
NOTA: