Hace aproximadamente un año y medio estuve en Rumanía visitando a una compañera de clase que estaba cursando una beca Erasmus en el país, concretamente en Cluj-Napoca, capital histórica de la región de Transilvania. Fue un viaje sin duda apasionante, muy divertido y que me permitió admirar las bellas ciudades y paisajes de la zona, además de disfrutar de la exquisita gastronomía rumana, muy apta para estómagos insaciables como el mío. Solo hubo un único punto negativo en esa semana, y fue el referente al tema que tratamos en este blog: la cerveza.
Al poco de llegar pude comprobar como en el mercado cervecil rumano hay una cantidad de marcas diferentes considerable, habitualmente en botella de 50cl, lo cual para mi gusto siempre es de agradecer, disponibles en casi cualquier tienda a precios muy bajos, siendo las más frecuentes Ursus, Ciuc, Bergenbier, Silva, etc. Por desgracia pertenecen la mayoría a los grandes grupos cerveceros que todos conocemos, motivo por el cual dentro de este amplio número de referencias la variedad es prácticamente nula, siendo casi todas Pale Lager de unos 5º de alcohol sin demasiadas pretensiones, exceptuando la más que decente Ursus Black, además de Silva Black y Stejar Strong Beer.
Pues bien, la semana pasada emprendí mi segundo viaje al país, aunque en esta ocasión acompañado de la musculosa Ana, y casi me atrevería a afirmar que algo está cambiando en la cerveza rumana, aunque sea muy poco a poco. Lo que me sugiere dicha transformación del panorama cervecil es que en el tiempo transcurrido entre mis dos visitas son varias las fábricas, entre ellas Ursus y Proberco, que se han animado a elaborar cervezas que ellos denominan "Nefiltrată", que no son otra cosa que Witbier. Por supuesto no es la revolución de las microcerveceras americanas, pero parece indicar que el consumidor reclama algo más que la rubia de toda la vida, lo que obliga a las macros a satisfacer sus exigencias.
Además de este detalle, también me ha llamado la atención la mayor oferta de cervezas de importación disponible tanto en bares como en supermercados, habiendome topado en el transcurso de esta semana un buen número de marcas alemanas y checas principalmente, y hasta alguna británica. (por ejemplo, he podido probar por primera vez Marston's Best Bitter, comprada por apenas 2 euros en un 24/7, y en una cervecería de Brașov encontré varias de Sepherd Neame) En resumen, algo se mueve en Rumanía, quizá más lentamente de lo que a muchos nos gustaría pero quien sabe, quizá en 5 o 10 años nos encontremos un panorama similar al español, con cada vez más microcervecerías en activo, muchas de ellas haciendo un muy buen trabajo.
En cuanto al viaje solo tengo intención de hacer un muy breve comentario: hemos estado 3 días en Cluj-Napoca, localidad llena de vida gracias al ritmo que le imprimen los miles de estudiantes que la habitan y que la hacen una de las mejores opciones a la hora de salir a divertirse; a continuación fuimos a la oscura Brașov, pegada a los Cárpatos, donde pudimos disfrutar de tanto de la ciudad como de los hermosos parajes que la rodeaban, además de hacer pequeñas incursiones en alguno de los castillos adyacentes relacionados con Vlad Ţepeş; y por último pasamos un día en Sighișoara, pequeña población declarada Patrimonio de la Unesco, de una belleza inimaginable, donde nos deleitamos de deliciosa comida tradicional rumana acompañada por ţuica y palincà. Tras pasar nuevamente unos días apasionantes en el país, huelga decir que lo recomiendo sin lugar a dudas.
Al poco de llegar pude comprobar como en el mercado cervecil rumano hay una cantidad de marcas diferentes considerable, habitualmente en botella de 50cl, lo cual para mi gusto siempre es de agradecer, disponibles en casi cualquier tienda a precios muy bajos, siendo las más frecuentes Ursus, Ciuc, Bergenbier, Silva, etc. Por desgracia pertenecen la mayoría a los grandes grupos cerveceros que todos conocemos, motivo por el cual dentro de este amplio número de referencias la variedad es prácticamente nula, siendo casi todas Pale Lager de unos 5º de alcohol sin demasiadas pretensiones, exceptuando la más que decente Ursus Black, además de Silva Black y Stejar Strong Beer.
Pues bien, la semana pasada emprendí mi segundo viaje al país, aunque en esta ocasión acompañado de la musculosa Ana, y casi me atrevería a afirmar que algo está cambiando en la cerveza rumana, aunque sea muy poco a poco. Lo que me sugiere dicha transformación del panorama cervecil es que en el tiempo transcurrido entre mis dos visitas son varias las fábricas, entre ellas Ursus y Proberco, que se han animado a elaborar cervezas que ellos denominan "Nefiltrată", que no son otra cosa que Witbier. Por supuesto no es la revolución de las microcerveceras americanas, pero parece indicar que el consumidor reclama algo más que la rubia de toda la vida, lo que obliga a las macros a satisfacer sus exigencias.
Además de este detalle, también me ha llamado la atención la mayor oferta de cervezas de importación disponible tanto en bares como en supermercados, habiendome topado en el transcurso de esta semana un buen número de marcas alemanas y checas principalmente, y hasta alguna británica. (por ejemplo, he podido probar por primera vez Marston's Best Bitter, comprada por apenas 2 euros en un 24/7, y en una cervecería de Brașov encontré varias de Sepherd Neame) En resumen, algo se mueve en Rumanía, quizá más lentamente de lo que a muchos nos gustaría pero quien sabe, quizá en 5 o 10 años nos encontremos un panorama similar al español, con cada vez más microcervecerías en activo, muchas de ellas haciendo un muy buen trabajo.
En cuanto al viaje solo tengo intención de hacer un muy breve comentario: hemos estado 3 días en Cluj-Napoca, localidad llena de vida gracias al ritmo que le imprimen los miles de estudiantes que la habitan y que la hacen una de las mejores opciones a la hora de salir a divertirse; a continuación fuimos a la oscura Brașov, pegada a los Cárpatos, donde pudimos disfrutar de tanto de la ciudad como de los hermosos parajes que la rodeaban, además de hacer pequeñas incursiones en alguno de los castillos adyacentes relacionados con Vlad Ţepeş; y por último pasamos un día en Sighișoara, pequeña población declarada Patrimonio de la Unesco, de una belleza inimaginable, donde nos deleitamos de deliciosa comida tradicional rumana acompañada por ţuica y palincà. Tras pasar nuevamente unos días apasionantes en el país, huelga decir que lo recomiendo sin lugar a dudas.