domingo, 10 de diciembre de 2017
Franconia
domingo, 18 de octubre de 2015
Bretaña
lunes, 29 de diciembre de 2014
Roma
sábado, 22 de junio de 2013
Munich
miércoles, 4 de abril de 2012
Polonia
Repartimos los 8 días que duró el viaje entre Cracovia y Varsovia, con la casi obligatoria excursión de un día de duración desde la primera hasta los campos de concentración y exterminio cercanos a Auschwitz, tan sobrecogedores como cabría esperar. Sorprende el contraste entre las dos ciudades: Cracovia resulta encantadora, con su casco histórico perfectamente conservado, de aire algo medieval, y sus calles llenas de gente la hacen cálida y acogedora, muy similar a cualquier ciudad alemana; por su parte Varsovia tiene otro ambiente, es fría, sobria, de calles monstruosamente grandes, por donde circulan a toda velocidad cientos de personas, y parques de dimensiones titánicas, y aunque no por ello pierde encanto sí que es cierto que es otro mundo, parece "menos europea y más rusa", si se entiende lo que quiero decir.
En cuanto al tema de la cerveza en Polonia, tiene sus luces y sus sombras, y con alguna diferencia me recuerda bastante a lo que experimenté en Rumanía. Los supermercados y pequeñas tiendas de bebidas están abarrotados de marcas polacas como Żywiec, Warka, Królewskie, Żubr, Tyskie, Okocim, Dębowe, Wojak, Harnas, Lech, Tatra, etc, y en casi cualquiera que entres puedes encontrar más de una veintena de botellas distintas, además a precios que pueden variar entre 2'5 y 4 złoty la botella de medio litro, lo que viene a ser 0'62 - 1 euro aproximadamente. (1 euro = 4 złoty) La parte mala es que la amplia mayoría son euro-lager producidas por Heineken o SAB-Miller, aunque afortunadamente otros estilos, sobretodo Bock y Porter, parece que van aumentando su cuota de mercado, e incluso en algunas ocasiones es posible toparse con varias botellas de la marca Ciechan, supuestamente artesanal. Así pues, para comprar productos de microcerveceras polacas no hay más remedio que recurrir a las escasísimas tiendas especializadas, donde dichas cervezas suelen rondar los 5 złoty.
Este contexto de hegemonía de las macrocerveceras, que realmente es aplicable a la mayor parte del Este de Europa, puede ser algo frustrante, pero no es razón para desanimarse puesto que incluso con estas marcas (la mayoría bastante decentes y alguna excepcional, como Żywiec Porter) es posible sumergirse en la cultura cervecera polaca experimentando con sus mezclas tradicionales: piwo z sokiem, cóctel de cerveza con zumo de frutas, y la para mí más interesante piwo grzane, una combinación de cerveza caliente con miel, clavo y canela.
De todas maneras, soy consciente de que este tipo de costumbres tienen bastantes detractores, pero ni siquiera ellos tienen por qué conformarse con beber lager simplonas si no encuentran marcas artesanales puesto que hay un número considerable de brewpubs diseminados por el país que elaboran cerveza de razonable calidad, o al menos este era el caso del de la cadena Bierhalle en el que estuve en Varsovia, donde por 8 złoty me pude tomar una jarra de Marcowe, una Märzen que me dejó muy satisfecho. En el caso de que este plan tampoco les convenza, recomiendo no complicarse la vida y beber Żubrówka, que también está muy rico.
Así termino el breve resumen del ámbito cervecil de mis vacaciones. Si aún queda alguien que no está convencido para ir a Polonia, he de decir que en realidad el tema de la cerveza casi es lo de menos: solo la extraordinaria belleza del país ya sería motivo suficiente para visitarlo, si a eso se le suma su exquisita gastronomía el viaje se convierte en una obligación.
viernes, 14 de octubre de 2011
Rumanía
Al poco de llegar pude comprobar como en el mercado cervecil rumano hay una cantidad de marcas diferentes considerable, habitualmente en botella de 50cl, lo cual para mi gusto siempre es de agradecer, disponibles en casi cualquier tienda a precios muy bajos, siendo las más frecuentes Ursus, Ciuc, Bergenbier, Silva, etc. Por desgracia pertenecen la mayoría a los grandes grupos cerveceros que todos conocemos, motivo por el cual dentro de este amplio número de referencias la variedad es prácticamente nula, siendo casi todas Pale Lager de unos 5º de alcohol sin demasiadas pretensiones, exceptuando la más que decente Ursus Black, además de Silva Black y Stejar Strong Beer.
Pues bien, la semana pasada emprendí mi segundo viaje al país, aunque en esta ocasión acompañado de la musculosa Ana, y casi me atrevería a afirmar que algo está cambiando en la cerveza rumana, aunque sea muy poco a poco. Lo que me sugiere dicha transformación del panorama cervecil es que en el tiempo transcurrido entre mis dos visitas son varias las fábricas, entre ellas Ursus y Proberco, que se han animado a elaborar cervezas que ellos denominan "Nefiltrată", que no son otra cosa que Witbier. Por supuesto no es la revolución de las microcerveceras americanas, pero parece indicar que el consumidor reclama algo más que la rubia de toda la vida, lo que obliga a las macros a satisfacer sus exigencias.
Además de este detalle, también me ha llamado la atención la mayor oferta de cervezas de importación disponible tanto en bares como en supermercados, habiendome topado en el transcurso de esta semana un buen número de marcas alemanas y checas principalmente, y hasta alguna británica. (por ejemplo, he podido probar por primera vez Marston's Best Bitter, comprada por apenas 2 euros en un 24/7, y en una cervecería de Brașov encontré varias de Sepherd Neame) En resumen, algo se mueve en Rumanía, quizá más lentamente de lo que a muchos nos gustaría pero quien sabe, quizá en 5 o 10 años nos encontremos un panorama similar al español, con cada vez más microcervecerías en activo, muchas de ellas haciendo un muy buen trabajo.
En cuanto al viaje solo tengo intención de hacer un muy breve comentario: hemos estado 3 días en Cluj-Napoca, localidad llena de vida gracias al ritmo que le imprimen los miles de estudiantes que la habitan y que la hacen una de las mejores opciones a la hora de salir a divertirse; a continuación fuimos a la oscura Brașov, pegada a los Cárpatos, donde pudimos disfrutar de tanto de la ciudad como de los hermosos parajes que la rodeaban, además de hacer pequeñas incursiones en alguno de los castillos adyacentes relacionados con Vlad Ţepeş; y por último pasamos un día en Sighișoara, pequeña población declarada Patrimonio de la Unesco, de una belleza inimaginable, donde nos deleitamos de deliciosa comida tradicional rumana acompañada por ţuica y palincà. Tras pasar nuevamente unos días apasionantes en el país, huelga decir que lo recomiendo sin lugar a dudas.
lunes, 25 de abril de 2011
Turquía
Los 3 primeros días los hemos pasado en Estambul, la ciudad mas grande de Turquía con casi 10 millones de habitantes, disfrutando tanto de sus bulliciosas calles y de la arquitectura de sus incontables edificios y templos de interés cultural como de su gastronomía. En todos estos aspectos mi satisfacción ha sido plena, realmente el único punto que me ha resultado decepcionante de la estancia en esta ciudad ha sido precisamente el que tratamos específicamente en este blog, y es que el mercado cervecil es un monopolio del grupo Anadolou Efes Brewery, siendo bastante difícil encontrar una botella que no este producida por esta cervecera. De todas maneras, y pese a que no ofrecen nada más allá de cervezas industriales, también he de reconocer que se dejan beber.
Los demás días del viaje los pasamos en el la región de Capadocia, en Anatolia Central, donde es mejor acudir sin demasiadas pretensiones cerveciles puesto que lo más probable es que solo vayamos a poder tomar cervezas del grupo Efes, al menos a mí me resultó imposible encontrar otra cosa. Eso sí, recomiendo encarecidamente no dejar de visitar esta zona por ese motivo puesto que los paisajes naturales de esta zona son únicos, de una belleza que no es fácil de igualar. Como despedida, dejo una fotografía que hice donde se ven las chimeneas de hadas tan típicas de esta zona.
miércoles, 9 de febrero de 2011
Colonia (repetimos, parte II)
Nada más llegar, tras un breve paseo por el centro de la ciudad, opté, para evitar problemas con los horarios alemanes que no acabo de controlar y por abastecerme de alguna cerveza interesante para el día, empezar una caminata de 45 minutos que me llevaría al 296 de Kalkerhauptstraße, al otro lado del río, donde se localiza una tienda especializada a la que ya le había echado el ojo, Bierzwerg, pocos metros después de encontrarse con la fábrica de Sünner. Había leido cosas muy buenas de ella pero ni de lejos me imaginaba lo que me iba a encontrar, y es que dentro de un pequeño local de aspecto inofensivo se ocultaba el mayor arsenal cervecil que he visto en mi vida, estanterías repletas y a su alrededor torres de cajas llenas de cientos de botellas de distintas marcas. Para más inri, y esto no es habitual en una tienda alemana, a pesar tener una buena selección de cervezas de todo país, la cantidad de cervezas extranjeras era también importante, incluyendo marcas de muy diferentes orígenes.
Curiosamente el dueño, además de explicarme que tenían pensado cambiar de localización en un plazo de uno o dos años porque el edificio se les hacía pequeño para las más de 500 marcas diferentes que vendían, me comentó también que varias personas se les habían quejado de lo poco organizado que estaba el interior. En ese momento estuve por ofrecerme a partirles las piernas a los herejes que ante una tienda donde no caben (físicamente) más cervezas la sensación que experimentan es de incomodidad ante el desorden, pero estaba demasiado hiperactivo viendo apetitosas botellas por todas partes y el pensamiento me duró apenas unos segundos, exactamente los que tardé en localizar la zona de las Kölsch.
Al final, después de una breve conversación con el dueño (parece que vaya por la vida dándole palique a la gente, pero no os confundáis... es cierto) le pregunté por las Kölsch que le parecían más interesantes, a lo que me respondió que sus favoritas eran Mühlen y Sünner y, puesto que la primera ya la había probado y es fácil de encontrar por la ciudad, me llevé una botella de la segunda junto con una Aecht Schlenkerla Eiche y la Pink Panther que comenté la semana pasada, elaborada en la cervecera más pequeña de la ciudad, además por menos de 5 euros la suma de las 3. Sin nada más que hacer por esa zona, y tras comprobar que no existía la posibilidad de visitar la fábrica de Sünner, no me quedó otra que volver a la ribera del Rin, donde tenía pensado almorzar un Lahmacun para recargar energías y aliviar los pies.
De nuevo en el centro de la ciudad, he de reconocer que tampoco hice gran cosa turísticamente hablando: pasear por la orilla del río, beber alguna Kölsch más, comprobar que el Museo de Lindt era extremadamente caro y no incluía comer todo el chocolate que se quisiese/nadar en una cuba de chocolate, disfrutar de la belleza medieval de las callejuelas del Altstadt y la afamada Catedral de Colonia... hasta el momento en el que el hambre y el cansancio me dirigieron, pese a mis esfuerzos por evitarlo, a la cervecera Pfaffen, en pleno casco histórico. Allí, por unos 7 euros si mal no recuerdo, engullí un Halver Hahn con su Bock, cerveza que solo sirven en invierno frente a la Weizen disponible únicamente en fechas veraniegas. La verdad es que tanto bebida como comida estaban riquísimas, el único punto malo fue que pareció que el camarero me metía prisa para que terminase, aunque puede que únicamente se tratase de una interpretación equivocada causada por problemas lingüisticos.
Con esta última parada puse punto y final a mi día en Colonia, pero antes de la foto de despedida de rigor me gustaría destacar las 3 marcas de Kölsch que en mi opinión nadie que visite esta ciudad debería perderse, que son Sünner Kölsch, Mühlen Kölsch, y quizá en menor medida Reissdorf Kölsch (además esta parece que no es demasiado apreciada por los lugareños). De todas maneras, y a diferencia de con las Alt, en este caso aún me queda alguna que otra marca que probar... aviso por si acaso lo aviso.
lunes, 31 de enero de 2011
Düsseldorf (repetimos)
La Ciudad
La verdad es que poco puedo comentar sobre ella que no se encuentre en cualquier guía de viajes, y evidentemente en 6 meses que han pasado desde la última vez que la visité los cambios han sido mínimos, por motivos invernales la ciudad quizá estaba algo más triste y gris de lo que ya de por sí es, pero por lo demás todo parecía seguir igual.
No puedo decir que me parezca una ciudad especialmente bonita, aunque debo que reconocer que hay zonas y edificios impresionantes, pero por otra parte el Rin le da un gran atractivo, y es que es un río de una belleza difícil de igualar (solo al Danubio lo pondría a su altura). Sin embargo, hay dos zonas de la ciudad que me gustaría destacar, ambas en mi opinión bastante interesantes.
Una de ellas ya la conocía, el Altstadt o casco antiguo, bordeado por la popular avenida Königsallee (en la foto), donde pasamos gran parte de nuestra visita veraniega, con sus germantásticas calles adoquinadas donde a la vuelta de cada esquina por pura casualidad te podía sorprender el encontrarte uno de los múltiples brew-pubs que producen sus cervezas en el corazón de la ciudad. La otra no llegamos a verla en el viaje anterior y es el puerto de la ciudad, llamado Media-Harbour, de donde zarpan algunos de los barcos que surcan el río, y que está rodeado de varios edificios de arquitectura cuanto menos curiosa.
Para terminar este apartado, me parece interesante mencionar que aparte de en los supermercados, donde si tienes suerte te puedes encontrar con las mejores marcas de cerveza alemana, tanto de la ciudad como de otras partes del país, existe una cadena de grandes almacenes llamada Kaufhof, muy similar al Corte Inglés, donde aparte de las Alt mejor valoradas por los alemanes están a la venta cervezas muy interesantes de todo el mundo. Como muestra, la imagen la tomé en el establecimiento situado en el cruce de Oststraße con Graf-Adolf-Straße, y sí, eso son Fuller's Vintage 2009.
Las Brauerei
Uno de los puntos fuertes de Düsseldorf, cervecísticamente hablando, es que ofrece la oportunidad de beber muchas de las diferentes Altbier en la propia fábrica, pues muchas de ellas funcionan como brewpubs, y si hay varias marcas que son excelentes, tomadas en su lugar de nacimiento parecen cervezas de otro mundo.
Dentro del Altstadt, mi sitio favorito para tomar una cerveza es Zum Uerige y por supuesto no desperdicié la oportunidad de volver a tomar allí su excelente Alt. Es un local bastante grande, al menos en comparación con las brauerei de otras marcas, donde por 1'70 euros se puede tomar una caña de su cerveza, con la posibilidad de acompañarla de alguno de los platos que preparan en sus cocinas. Además, también están disponibles otros modelos de la marca, como la Weizen o la Sticke, aunque de esta solo se puede disfrutar el tercer jueves de Enero y el tercero de Octubre.
Por supuesto hay más, no me disgustó la recientemente abierta Brauerei Kürzer salvo por el hecho de que era de las pocos locales de este tipo donde se podía fumar, y por ahí estaban también Brauerei im Füchschen, Brauerei Zum Schlüssel. Curiosamente, el brewpub más antiguo de Düsseldorf está fuera de la zona del Altstadt, es la célebre Brauerei Schumacher, también en Oststrasse, que al igual que Zum Uerige también tienen un Alt especial, en este caso llamada Latzenbier, y que también recomiendo visitar.
Las Altbier
Hemos hablado ya varias veces sobre este estilo, claro que no hemos comentado, ni creo que nunca lleguemos a hacerlo, todas las marcas que se elaboran en Düsseldorf. No obstante, entre este viaje y el anterior no son demasiadas las que me quedan por probar, lo cual me ha permitido hacerme una idea bastante clara de cuales considero mejores y cuales peores. Por supuesto es una cuestión de gustos en la que no hay una verdad absoluta y se puede no estar de acuerdo, pero yo he decidido mojarme y las voy a clasificar en tres categorías:
- Las que menos me han gustado, y que no volvería a perder el tiempo con ellas: Frankenheim Alt, Hansa Alt, Oettinger Alt. (las dos últimas nada tienen que ver con Düsseldorf aunque se vendan allí)
- Buenas, aunque no espectaculares: Schlösser Das Alt, Gatz Alt, Kürzer Alt, Füchschen Alt, Diebels Alt (esta estaría un poco en la cuerda floja).
- Excelencia embotellada: Uerige Alt, Schumacher Alt, Schlüssel Alt.
De estas tres últimas si me tuviese que quedar con solo una sería una decisión difícil, cada una tiene alguna característica que me encanta. De todas formas, guardo un recuerdo especial de la botella de Schlüssel que bebí en esta última visita sentado en la orilla del Rin, que me pareció de las mejores cervezas que me había bebido en mi vida, así definitivamente esta va a ser mi elección final.
Y hasta aquí el resumen de la parte del viaje dedicada a esta ciudad, supongo que a lo largo de las dos semanas siguientes publicaré mi estancia en Colonia junto con las tres reseñas que aún me quedan de las cervezas bebidas en esa ciudad. Espero que os haya gustado.
miércoles, 22 de septiembre de 2010
Londres
Por supuesto, también intentamos evitar gastar más de lo necesario en comida, y salvo una mañana que tomamos un típico desayuno inglés consistente en salchichas, alubias, huevo, champiñones, panceta, torrijas, etc no pisamos un restaurante, y recurrimos a bocadillos al mediodía y comida china, japonesa, tailandesa, mexicana, hindú o italiana para la cena, a unas 4£ el plato. También tuve que hacer unos recortes en tema de cervezas, aunque tampoco fueron demasiado duros, pero eso ya lo contaré más adelante.
La Ciudad
Nada puedo decir de Londres que no esté ya en las innumerables guías sobre esta ciudad que circulan por el mundo, así que me voy a limitar a unos breves apuntes sobre mi experiencia personal. Pateé Camden, Bloomsbury, Clerkenwell, Westminster, Notting Hill, Regent's y Hyde Park, Soho, St. James, Brompton y por supuesto me quedaron muchas cosas por ver, pero si tuviese que destacar algo sería los maravillosos jardines de Hyde Park, repletos de ardillas hiperactivas, la National Gallery y el British Museum, los espectáculos callejeros del Soho, las tremendas calles de la zona de Westminster, el ambiente nocturno de Camden (pese a que de este barrio me echa un poco atrás el consumismo extremo que hay, disfrazado eso sí de alternativismo y rebeldía), el excelente trato de absolutamente todos los londinenses con los que tuvimos trato, siempre dispuestos a echar una mano a un par de turistas perdidos y además con una amabilidad exquisita, y por supuesto los pubs británicos, en las que profundizaré a continuación.
Los Pubs
Salí de Zaragoza con una buena lista de direcciones en la cartera, parte de ellas proporcionada por Boak and Bailey, a quienes agradezco las estupendas recomendaciones una vez más, y otras tantas sacadas de esta página donde relata de forma muy amena donde encontrar pintas a 2 £ en Londres, algo de mucha utilidad en una ciudad donde según el sitio te pueden costar hasta el doble. Como aliciente, los pubs de los 2 £ la pinta venden Samuel Smith, marca que la verdad me gusta mucho, por lo que no me supuso en absoluto un sacrificio tomar unas cuantas Cask Ales allá.
Quedé encantado con el ambiente de las cervecerías que visité, ni rastro de molestos humos, nada de música que impida conversar sin tener que gritar, gente charlando tranquilamente, y siempre un mínimo de 5 o 6 grifos que permitía elegir la cerveza del estilo que más apeteciese en el momento. En lo relativo a este aspecto me cautivó especialmente The Angel, en St Gilles St. 61, muy pequeño y casi sin gente, donde muy a gusto me bebí una Bitter mientras descansabamos de tanta caminata en el Soho. Sin embargo en cuanto a imagen la palma se la lleva Princess Louise, en High Holborn 208, debido a su impresionante decoración victoriana.
Durante la mayor parte del viaje estuve probando distintas variedades de cervezas, la mayoría de ellas bastante conocidas, desde las distintas Samuel Smith, varias Young's, una Bombardier, Fuller's Honey Dew y aun cayó alguna otra de esta marca, London Pride, y un par de IPA, una Greene King y otra cuyo nombre no recuerdo. Sin embargo esto cambió cuando el Lunes por la mañana, unas horas antes de huir al aeropuerto, hicimos una visita al pub que Boak & Bailey más expresamente recomendaron: The Gunmaker's. Según ellos, este local es excepcional por la calidad de las cervezas y por el cuidado con el que su dueño las trata... y no puedo estar más de acuerdo. Allí tomé una pinta de Woodforde's Wherry, una Bitter estupenda, y Moorhouse's Black Cat, una Mild increible que me recomendó el dueño y me dió a probar mientras me daba algunos datos sobre el estilo, y de la que no pude evitar pedir otra pinta. Por desgracia no me dió tiempo a atacar a Mad Goose Pale Ale, la otra que había en Cask, pero es que no habría podido disfrutarla si la hubiese tenido que beber tan rápido.
Como observación curiosa, que para saber si fue pura casualidad o tendencia tendría que pasar mucho más tiempo en la ciudad, en los pubs en los que estuve solo vi pedir Ale a tres personas, dos de ellas en The Gunmaker's. Todos los demás, que no fueron poco, pedían pintas de Alpine Lager o Pure Brewed Lager en los bares de Sam Smith, y eurolager tipo Heineken y demás en los demás garitos. ¿Están conquistando las lager las Islas Británicas en detrimento de sus estupendas cervezas? ¿Ya lo habían hecho y me he enterado tarde? ¿O simplemente me pegué todo el viaje encontrándome con "lagerboys"? Si alguien sabe algo, se agradecerá la aclaración.
La Mejor y la Peor
Curiosamente las dos que se llevan este galardon las tomé en la misma manzana (o si no, casi).
Si no hubiese sido por la visita a The Gunmaker's, para la mejor ahora mismo me debatiría entre dos de Samuel Smith: Old Brewery Extra Stout y Sovereign Best Bitter, ambas de un nivel, para mi gusto, excelente. Sin embargo, la maravillosa Black Cat, una Mild de la cervecera Moorhouse's que tomé allí rompió todos mis esquemas. Oscura, muy sabrosa, con un intenso gusto a humo, sin llegar a una Rauchbier por supuesto pero incluso por encima de Kaiserdom Alt-Bamberg Dunkel, de trago fácil y con un regusto ahumado exquisito. Una auténtica delicia... y una pena que no se haga más cerveza de este estilo.
Y el dudoso honor de ser la peor pinta que he tomado en Londres se lo lleva una cerveza que no es en absoluto mala, Well's Bombardier. Sucedió que la primera vez que fui a The Gunmaker's estaba cerrado así que decidimos entrar en un pub cercano (para ser sincero, el primero que se cruzó en nuestro camino) Allí pedí media pinta, que fué servida sin demasiada destreza, y que para acabar de rematar la jugada estaba caliente como una sopa. Cierto es que una cerveza demasiado fría es un auténtico estropicio, pero tampoco hay que irse al otro extremo.
En fin, hasta aquí el resumen del viaje, espero que no se haya hecho demasiado largo. Dejo como despedida una foto de Hyde Park tomada por una persona mucho más fuerte que cualquiera. ¡Salud!
miércoles, 21 de julio de 2010
Düsseldorf y Colonia
DÜSSELDORF:
Tras un primer episodio con el coche nos montamos en el avión, dejando atrás Zaragoza en un mar de calor. Una vez en Düsseldorf (después de dejar el aeropuerto de Weeze, a una considerable distancia de esta ciudad), aparcamos nuestros bártulos en el lujoso hostal en el que nos hospedaríamos, y nos lanzamos a las urbanas calles de la espléndida Düsseldorf. Era bastante tarde, por lo que fue motivo de júbilo encontrar un veinticuatro horas repleto de cervezas. Lo que no resultó tan magnífico fue hacernos a la idea del concepto de frigorífico que allí se trabajaba: estaba menos caliente una cerveza del tiempo que una bebida "refrigerada". Con bastante mala gana, nos armamos hasta los dientes con variados y calientes sextetos cerveciles al uso (cerveza alemana corriente y moliente) y nos dispusimos a degustarlos a los pies de una despampanante catedral, prometiéndonos partir al día siguiente en busca de la famosa Alt.
Tras una noche en la que no nos perdimos en absoluto, el segundo día consistió un poco en lo mismo: beber diversas variedades de espumosas germanas, hasta el punto de perfeccionar un sistema de refrigerio consistente en esconder cervezas en los congeladores del supermercado, junto a los guisantes. Sobresaliente encuentro con el estilo alt: Diebels, Schlösser, Schumacher, entre otras marcas que salieron de los estantes de nuestro querido veinticuatro horas, que a priori hicieron las delicias de nuestros paladares (nos trajimos algunas a casa).
“Alt” (vieja) se refiere al antiguo método de elaborar la cerveza (cervezas de fermentación en superficie) que era el habitual antes de que la elaboración “lager” se hiciera popular. Es anterior al aislamiento de las cepas de levadura de fermentación en fondo, aunque muchas de sus características se aproximan a las cervezas lager. (Para más información, este documento).
Tras un último paseo nocturno por el Rin de Düsseldorf, el tercer día nos topamos con un incómodo y elevado precio en el billete que debíamos comprar hacia Amsterdam, nuestra opción a continuación (teníamos un hostal reservado allí). Nos encontramos con la disyuntiva de gastarnos un pastizal o visitar un lugar inesperado, más cercano y asequible a Düsseldorf. De un efusivo combate amañado de 'piedra, papel o tijera' surgió esta segunda opción como la más viable, por lo que llenamos la maleta con un par de alts cada uno y nos dirigimos hacia Colonia (aconsejados por una simpática a la par que latosa señora de Valencia que encontramos por allí).
COLONIA:
Gran elección decantarnos por la región de la cerveza Kölsch, sin duda. El mayor inconveniente de esta ciudad fue arrastrar de las maletas durante todo el día, ya que la idea principal era pasar la noche al raso, y nadie quiso poner dinero en una consigna.
Recorrimos una parte de la ciudad, admiramos la colosal (y sucia) catedral, descansamos a orillas del Rin y por consejo de una señorita que hablaba español, acudimos a un concierto al aire libre que resultó ser un espectáculo surrealista e incómodo. Durante el camino pudimos comprobar con gozo que Colonia disponía de frigoríficos en condiciones, por lo que el viaje a pie fue verdaderamente llevadero, y la kölsch nos sorprendió favorablemente. El día terminó con una agradable conversación con tres españolas que encontramos devorando un kebab enormísimo. Nos recomendaron su hostal, y de una u otra manera, todos pasamos la noche en él.
El día siguiente amanecía con las incomodidades de la caminata y la buena vida, por lo que dedicamos lo que nos quedaba de tiempo a beber y descansar a la sombra de unos árboles, en el Rin. Cuando llegó la hora, nos dirigimos hacia Weeze (el pueblo del aeropuerto) y nos tomamos la última alt del viaje, acompañando una partida de poker de dados (uno de los entretenimientos más frecuentes de nuestra estancia). Pasamos la noche en el aeropuerto a base de Diebels, lectura y alguna que otra cabezada, y finalmente salimos con nuestro avión, dejando atrás esas tierras tudescas.
Un viaje interesante tanto desde el punto de vista cervecil como cultural. Prost!