Una de las regiones del mundo que más ganas tenía de visitar, sobretodo desde que una amiga me contó hace años lo experimentado durante los meses que estuvo viviendo allí gracias a una beca Erasmus, era la Bretaña francesa. Por si fuera poco, la detallada descripción que hizo Pau a la vuelta de su viaje por aquella zona (1, 2, 3, 4, 5 y 6) alimentó todavía más mis ansias, y ya al principio del verano tomamos la decisión de que nuestras vacaciones de Septiembre iban a transcurrir allí.
Nuestro plan era sencillo: alquilamos un pequeño apartamento en el centro de Lorient, tomamos prestado un coche, cargamos nuestras bicicletas, y nos preparamos para disfrutar durante una semana de las ciudades, los paisajes y la gastronomía bretona, incluyendo también su sidra, hidromiel y, por supuesto, sus cervezas. De todas formas no tenía la intención de que esta última bebida fuese la protagonista de las vacaciones, por lo que tampoco preparé una ruta por las diferentes fábricas que hay en esta región (que no son pocas) ni por tiendas especializadas que no pillasen de camino, sino que simplemente me iba a ir adaptando a lo que encontrase.
A pesar de esta cómoda estrategia la verdad es que no puedo decir que la buena cerveza escaseara, más bien al contrario, porque si hay algo que es llamativo de esta región es cómo la bebida local se ha extendido hasta formar parte del día a día. No es infrecuente ver marcas bretonas en los tiradores de los bares, principalmente Brasserie de Bretagne y Lancelot, aunque se puede encontrar de cuando en cuando alguna otra; también en los pequeños comercios se pueden ver botellas de fábricas artesanales, e incluso en prácticamente todas las grandes superficies hay botellas sueltas o packs con varias referencias distintas de la cervecera en cuestión, además a precios que harían sonrojarse a más de un elaborador nacional.
Por la zona de Lorient son habituales de las estanterías de los supermercados las botellas de las infalibles Lancelot y Brasserie de Bretagne, a alrededor de 1'5 euros la botella de 33 cl o 3-4 euros la de 75 cl, también he visto en algunos lugares las Mor Braz con agua salada a un precio similar, y algo más caras las Coreff. En pequeñas tiendas de alimentación se podía encontrar alguna referencia de La BorDée, Tri Martolod, An Alarc'h o St. Georges, normalmente rondando los 3 euros. Por último, también pasé por varias tiendas especializadas en bebidas como Vini Gusto, con un reducido espacio en el que se encontraban apenas 10-15 cervezas distintas, entre ellas alguna bretona fácil de ver en los supermercados y rarezas de países exóticos posiblemente de calidad cuestionable, y una tienda/cervecería llamada Vin & Bière, con varios locales repartidos por el país, y que si bien parecen estar centrados en Ale belga también tienen hueco para marcas de cualquier punto de Francia, además a precio razonable. (aunque bastante más caras que en supermercado)
Ya para concluir, entre las cervezas que pude tomar durante los días que estuve por ahí rondando guardo un recuerdo especialmente bueno de las Lancelot de barril, sobretodo de su Tripel Duchesse Anne; disfruté mucho con el reencuentro con las Britt, especialmente de su rica Witbier; sin que me pareciesen cervezas para el día a día aluciné con el sabor salado de Mor Braz; repetí alguna elaboración con base de chouchenn, aunque ninguna le llegó a la suela del zapato a las de Diaouligs que me regaló Pau hace algunos años; y por último también pude hacerme con alguna cerveza de estilos modernos, casi más por curiosidad que otra cosa.
Y con esto termino mi breve experiencia cervecil por Bretaña. Lo único que puedo decir es que, independientemente de si gusta o no la cerveza, es una región volcada por completo con el turismo, y si al buen trato que se le dispensa al visitante se le suma poder visitar hermosas ciudades como Rennes o St. Malo, espectaculares costas como las de Morbihan o Finistère (sin contar con el Mont Sant Michel), y tranquilos bosques con vías ciclistas interminables, el éxito en las vacaciones está casi asegurado.
5 comentarios:
Qué recuerdos y qué ganas de volver por allí! Muchas gracias por enlazar los post, espero que te valieran. La cerveza con base de hidromiel la compramos en su momento en la propia fábrica, que estaba en la costa norte, no la vimos en ninguna parte. Ya iré leyéndote las crónicas de lo que te hayas traído. Saludos Hugo!
Nada que agradecer, era un resumen fantástico con un montón de consejos interesantes. Yo no profundicé tanto en el tema cervecil y aun así me vino genial.
La cerveza de Diaouligs sabía de dónde la habíais sacado, pero no pasé por cerca de St. Brieuc. Localicé en St. Malo una tienda donde la vendían pero para cuando llegué estaba cerrada.
¡Un saludo!
Por aquí otro con ganas de pasarme por la zona, y haciendo uso de la misma chuleta que enlazas :-). Siempre es interesante descubrir en qué consiste y cómo se vive la cerveza en otros puntos geográficos. ¡Saludos Hugo!
El viaje por la Bretaña es uno de esos que están apuntados en la agenda para hacer alguna vez con el coche, pero por ahora está algo complicado...
Y no sólo por la cerveza, sino por todo lo demás (es más, casi siempre en nuestros viajes la cerveza es un extra más, pero no la razón principal por la que elegimos destino).
Un saludo!
BRETAÑA SE ESTÁ CONVIRTIENDO EN UN DESTINO NO SOLO BIRRÍSTICO, SINO TURÍSTICO EN GENERAL, ESTOY CONOCIENDO UN MONTÓN DE GENTE QUE ESTÁ YENDO ALLÍ DE MI CÍRCULO DE AMISTADES Y COMPAÑEROS DE TRABAJO.
HABRÁ QUE IR JAJAJAJA.
UN SALUDO!
Publicar un comentario