Hace unos meses en una feria de alimentación de un supermercado nacional vi unas cervezas belgas que no me sonaban de nada, algo que no me pasa con frecuencia. Con el nombre de Bar Belge, contaban con un diseño minimalista y que las hacía fácil de identificar. Sin embargo, tanto por el precio, superior a los 3 €, como por pura desconfianza, las ignoré. Semanas después, ya terminada la feria, el precio había bajado a los 0.5 € y me pareció el momento perfecto para hacer una incursión en esta misteriosa marca.
Misteriosa es el adjetivo perfecto porque la verdad es que la información que hay sobre ella es mínima, incluso en su propia página web. Al final, gracias a algunas entrevistas de medios de comunicación en flamenco descubrí que fue fundada en 2020 por Wouter Casteleyn, y en ella trabaja también su esposa Greetje Demuelenaere como responsable financiera y Kristiaan Ampe. La fábrica se encuentra en Zedelgem, una localidad de 13000 habitantes al sur de Brujas.
El enfoque que se le ha intentado dar a la marca es el de cerveza gastronómica para restaurantes, desde mi punto de vista una opción un tanto peliaguda dado que hasta la fecha han sido varios los intentos fallidos, y también pretenden marcar una diferencia con el resto de cervezas belgas, aunque no especifican muy bien cómo. Sí que es verdad, no obstante, que sus cervezas ya han recibido varios galardones reconociendo su calidad, entre ellos una medalla de oro en World Beer Awards como mejor cerveza de Bélgica para Bar Bippa en 2022, un bronce en la misma categoría para Bar Belge en 2020, y una plata en el Brussels Beer Challenge en 2021 para Bar Blanche. No está nada mal para llevar tres años en activo.
He podido probar todas las cervezas de su catálogo excepto una sin alcohol llamada Bar Bo. Y esto es lo que me han parecido:
- Bar Belge: por algún motivo me esperaba una Blonde y no, es una cerveza ámbar. La verdad es que es muy aromática, con mucha presencia de fruta de hueso en nariz, que sin embargo en boca se ve desplazada por el lúpulo, herbal, cítrico y resinoso, ganando en frescor. Mucha influencia de la Costa Oeste veo aquí, y no precisamente de la de Bélgica.
- Bar Bippa: mucha levadura belga y lúpulo americano en aroma, aunque este último tiende a atenuarse un poco en el sabor y el amargor queda más limitado. Al final queda una cerveza redonda, más bien dulzona y con mucha fruta tropical, está rica pero me costaría considerarla una IPA.
- Bar Blanche: de trago largo y bien cargada de cítricos, lo que la hace muy refrescante. No es una Witbier excepcional, y de hecho deja al final del regusto una nota sulfurosa que hace arquear una ceja, pero cumple su cometido holgadamente.
- Bar Brutal: es difícil competir con las referencias clásicas de este estilo, por supuesto me estoy refiriendo a Duvel, tanto en calidad como en precio. En mi opinión esta es un buen ejemplo de las Ale Dorada Fuerte, aunque con un enfoque moderno y donde el lúpulo tiene un papel más relevante que en otras. No obstante creo que mejoraría con más presencia de malta para compensar el alcohol.
La sensación general es algo agridulce; no cabe duda de que son buenas cervezas y cumplen su cometido, pero tampoco aportan nada especial respecto a otras cervezas belgas del mismo estilo. Si un amigo por casualidad saca una botella la tomaría de buena gana, pero no encuentro motivos para volver a comprarlas.